El 11
de julio de 1706 se presentó ante Borja D. José Camprodón, con fuerzas de caballería
e infantería austracista, con el propósito de intimar la rendición de esta
ciudad que se mantenía fiel a la causa borbónica. A pesar de la amenaza de
proceder a la tala de las cosechas, sus habitantes se negaron al requerimiento,
por lo que temiendo la llegada de refuerzos los atacantes se retiraron. Fue el
primer episodio de un conflicto que terminó en el mes de octubre con el
bombardeo y asalto de Borja, con terribles consecuencias. El comportamiento de
los borjanos mereció, posteriormente el reconocimiento de Felipe V que añadió a
sus armas un león y una flor de lis, junto con la leyenda “Saqueada por ser
siempre fidelísima”, entre otras mercedes. Precisamente ayer, D. David Cabrejas
Sanmartín defendió brillantemente su Trabajo de Fin de Grado en la Facultad de
Filosofía y Letras de Zaragoza, en el que estudia minuciosamente el desarrollo
de la Guerra de Sucesión en nuestra comarca y, dado su interés, será publicado
por el Centro de Estudios Borjanos.
El 11 de enero de 1802
fue bautizado en la iglesia parroquial de Cintruénigo D. Benito Ferrández Echevarría, único hijo varón del matrimonio
formado por D. Atilano Ferrández y Fernández de Heredia, natural de Borja, y de
Dª Antonia Echeverría Ligués. Heredero de una cuantiosa fortuna en Magallón y
Borja, fue elegido Diputado a Cortes por la circunscripción de Borja, en 1846, como
candidato liberal. En 1851 volvió a ocupar un escaño en el Congreso de los
Diputados por la circunscripción de Zaragoza, siendo reelegido en 1854, tras su
participación en los sucesos revolucionarios de aquel año, que le llevaron a
formar parte de la Junta Interina de Gobierno, constituida en la capital
aragonesa el 17 de julio de 1854. De nuevo fue elegido Diputado en 1858, en
esta ocasión por el distrito de la Misericordia de Zaragoza. Fue miembro de la
Real Maestranza de Caballería de Zaragoza y estaba en posesión de la Gran Cruz
de la Orden de Isabel la Católica. Murió soltero en Madrid, el 25 de noviembre
de 1872. Al no tener descendencia, como ninguna de sus dos hermanas, decidió
dejar la mayor parte de su fortuna para que fuera ampliada la iglesia
parroquial de Cintruénigo.
Esta iglesia, dedicada
a San Juan Bautista, había sido construida en el siglo XVI, siguiendo la
tipología de “planta de salón”, con tres naves cubiertas por bóvedas de
crucería.
La reforma financiada por D. Benito Ferrández consistió en añadirle
un primer tramo, con las puertas de entrada, sin ninguna relación con el estilo
original, así como una nueva sacristía.
Dispuso también que el
resto le correspondiera al sobrino que quisiera asumir la realización de esa
obra. Cumplió esa condición D. Nicasio de Navascués y Aysa, hijo de su prima
hermana Dª Ramona Aysa y Ferrández, que había vuelto a entroncar con la familia
Navascués de Cintruénigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario