El 30
de junio de 1898, la guarnición española de Baler se vio obligada a refugiarse
en la iglesia de San Luis de esa localidad, ante el acoso de las fuerzas
filipinas. Estaba integrada por 54 hombres, al mando del capitán D. Enrique de
las Morenas. Allí resistieron durante 337 días, durante los cuales murieron 21
de los defensores, entre ellos el propio capitán. Tras la firma del tratado de
paz entre España y los Estados Unidos que puso fin a la guerra, los “últimos de
Filipinas” siguieron resistiendo, hasta que el corneta D. Santos González
Roncal, natural de Mallén, hizo sonar su instrumento por última vez, para
acompañar el arriado de la bandera que con tanto heroísmo habían defendido.
Los 33
supervivientes no salieron “como prisioneros, sino por el contrario, como
amigos”, atendiendo al Decreto firmado por el Presidente de la República de
Filipinas Emilio Aguinaldo, en el que se dejaba constancia de la admiración al
que habían hecho acreedoras en todo el mundo “las fuerzas españolas que
guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo, con
que aquel puñado de hombres aislados, y sin esperanzas de auxilio alguno, ha
defendido su Bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa
y tan propia del legendario valor de los hijos del Ci y de Pelayo”.
Reconocimiento impresionante, por proceder de quienes, hacía poco más de seis
meses habían combatido en el campo contrario.
En
1939, el Philippines Historical Commitee
colocó esta placa, que recuerda su hazaña, en la fachada de la iglesia que
habían defendido con tesón y, precisamente, ante ella se viene realizando una
ofrenda floral, cada 30 de junio, fecha señalada por el Gobierno filipino, en
2002, como “Día de la Amistad Hispanofilipina”.
Este
año, también se ha rendido homenaje a los héroes de Baler, en un acto presidido
por el Ministro de Hacienda de la República de Filipinas Benjamín Estoista
Diokno, acompañado por el Embajador de España D. Luis Antonio Calvo Castaño y
otras autoridades.
Fuerzas militares
rindieron los honores de ordenanza e interpretaron los himnos nacionales de
Filipinas y España. Tras el disparo de tres salvas de fusilería, sonó el “Pahingalay”,
equivalente filipino a nuestro toque de oración y, seguidamente, el Ministro y
el Embajador depositaron una corona de flores, ante la placa, flanqueada por
las banderas de ambos países. En este enlace ofrecemos un vídeo del desarrollo
del acto que termina con la interpretación de la marcha “Sampaguita”, en
alusión a la flor blanca que constituye uno de los símbolos nacionales de
Filipinas.
Hemos querido
recordar la gesta y el homenaje como ejemplo de que, en muchos lugares, es
posible superar los antiguos enfrentamientos y establecer lazos de amistad
entre quienes se enfrentaron en el pasado, sin olvidar a quienes, en uno y otro
bando, murieron defendiendo sus ideales.
D.
Santos González Roncal es recordado en Mallén con este busto que es, al mismo
tiempo, un símbolo de la sinrazón ya que el héroe murió fusilado el 8 de
septiembre de 1936, cuando residía en su localidad natal, donde había contraído
matrimonio, del que nacieron seis hijos, y se dedicaba al trabajo agrícola.
Triste final para quien se había hecho acreedor a la Cruz de 1ª clase de María
Cristina y la Cruz de Plata al Mérito.
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