D.
Javier Bona nos ha remitido una copia de la relación impresa que se conserva en
la Biblioteca Nacional, sobre el arresto efectuado en la persona del Mariscal
de Campo D. Francisco Palafox y Melzi, en Añón el 6 de agosto de 1810.
Añón en la actualidad |
Comoquiera que en el
mismo se hace referencia a que el citado militar se encontraba en esa localidad
“a la sazón victorioso de Borja”, nos parece interesante comentarlo, pues a
alguno de nuestros lectores le puede sorprender las circunstancias de este
hecho y su relación con nuestra ciudad.
D. José de Palafox |
Francisco
de Palafox era hermano del General D. José de Rebolledo de Palafox, que ha
pasado a la historia como le héroe de la defensa de Zaragoza. Su padre D. Juan
Felipe Rebolledo de Palafox y Bermúdez de Castro, marqués de Lazán y Cañizar,
había contraído matrimonio, en 1768, con la aristócrata italiana Dª. Paula
Melzi, con la que tuvo tres hijos: Luis (1772), Francisco (1773), y José (1775), a los que vino
a sumarse en 1777 una hija, María Pilar.
Los
tres varones, tras cursar los estudios primarios en la capital aragonesa, bajo
la tutela del P. Boggiero, ingresaron en
el cuerpo de Guardias de Corps, punto de partida para una carrera militar en la
que alcanzaron los más altos empleos.
D. Luis de Palafox |
El
hermano mayor, Luis, fue quien heredó el título de marqués de Lazán a la muerte
de su padre, en 1799, y en junio de 1808 llegó a Zaragoza para ponerse a las
órdenes de su hermano José que había sido nombrado Capitán General de Aragón.
Fue nombrado Jefe del contingente reunido precipitadamente para hacer frente a
los franceses que avanzaban sobre la capital. Entre esos voluntarios hubo
muchos de nuestra comarca que nada pudieron hacer ni en Tudela ni en Mallén,
donde la actuación del marqués de Lazán no fue precisamente brillante.
De
Francisco no conocemos ningún retrato. Tras un fugaz nombramiento como Capitán
General de Cataluña, estuvo en Zaragoza. El Mariscal de Campo D. Luis Gonzaga
de Villava, que acudió en socorro de la capital de Aragón, lo calificaba de “insensato”
en un opúsculo que publicó sobre el segundo Sitio, al igual que vertía comentarios
muy negativos sobre la actuación de José. Hasta el momento, la historiografía
aragonesa ha enjuiciado de manera apologética el comportamiento de los Palafox;
en algún momento será necesario analizar críticamente los desatinos que
cometieron desde el punto de vista militar.
Pero,
centrándonos en lo ocurrido en Añón, según el impreso que estamos comentando
Francisco Palafox se encontraba allí preparándose para atacar a Tarazona, tras
su victoria en Borja. La supuesta victoria había acaecido el 25 de julio de
1810, cuando entró en la ciudad, sin enfrentarse directamente con la guarnición
francesa, limitándose como habían hecho con anterioridad otras partidas a
llevarse los efectos que pudieron, entre ellos 80 libras, 17 sueldos y 15
dineros que se habían recaudado para pagar la contribución exigida por las
autoridades de ocupación.
Descansando
de tan feliz campaña se encontraba en la citada localidad que, en aquellos
momentos pertenecía al Partido de Borja con su fuerza, cuando fue sorprendido
por otra de 2.000 hombres de la división del brigadier D. Pedro de Villacampa,
al mando de D. Ramón de Loya, que habían llegado con el propósito de detenerle,
lo que consiguieron con la colaboración del coronel D. Ramón Gayán quien, con
engaño, consiguió apresarlo y conducido a Valencia, por Ateca y Teruel, tras
haberse perdido en el Moncayo.
No era
la primera vez que D. Francisco Palafox era detenido, pues ya lo había sido en
Sevilla en noviembre de 1809, debido a su oposición a la Junta Central, al
igual que sus hermanos, todos ellos fervientes partidarios de Fernando VII y
partidarios de una Regencia, postura interesada dado que para ella proponían al
conde de Montijo, cuñado de Luis de Palafox y al propio Francisco, entre otros
personajes afines.
Ni que
decir tiene que el impreso que ha motivado estos comentarios fue redactado por
una persona cercana a la posición del detenido, sobre el que vierte los más
encendidos elogios, destacando su “ánimo guerrero”, incluso “quanto más recio
era el ataque”, un hombre que “jamás ha temido a la muerte”.
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