El 6 de julio de 1696
tomó posesión de su plaza de racionero en la Seo de Zaragoza D. Jerónimo Zaldívar, natural de
Gallur, el cual tras cursar los estudios eclesiásticos se especializó como
archivero, desempeñando su trabajo la mayor parte de su vida en la citada
catedral, donde también desempeñó la Secretaría del cabildo. Latassa lo incluyó
en su diccionario, dado que fue el autor de una obra titulada Cartas
en estilo llano para luz y norma de principiantes que entran en secretarías de
correspondencia, con el que pretendía enseñar a los nuevos escribanos las
fórmulas de cortesía utilizadas en la época para todo tipo de correspondencia. Se
hicieron dos ediciones. La primera impresa por José Fort y la segunda, en 1722,
a cargo de los herederos de Manuel Román. El Centro de Estudios Borjanos acaba
de adquirir uno de los raros ejemplares que se conservan de esta obra, del que
daremos cuenta cuando lo recibamos.
El 6 de julio de 1868
falleció en Borja D. Cipriano Aznar
Lacaba. Era hijo de José Aznar y Ramona Lacaba. Tras cursar los estudios
eclesiásticos, en 1827 fue nombrado Canónigo Vicario de la colegiata de Santa
María de Borja. Cuando a consecuencia del concordato de 1851, la colegiata fue
transformada en Parroquia Mayor, continuó ejerciendo las funciones de párroco.
Le tocó vivir una época muy difícil, tanto por la situación derivada de la
desaparición de la colegiata, con todo lo que ello implicaba, como por las
circunstancias políticas del momento. Una consecuencia de todo ello fue el
problema suscitado en torno a la llamada “casa del curato”, donde tenía su
residencia, situada en la confluencia de las calles Alfaro Malumbres (entonces
de Carnicerías) y Martín Sierra. Cuando en 1862 quiso acometer unas obras de
acondicionamiento, el Ayuntamiento las denegó alegando que existía un plan para
“alinear” las calles, con objeto de que fueran más anchas y habían decidido
acometerlo por ese lugar. D. Cipriano alegó que pretender derribar medio Borja
para ensanchar las calles era un disparate, sospechando que lo que realmente
pretendían era dejarle sin casa, como así ocurrió. Le fue expropiada, la
derribaron y durante mucho tiempo se mantuvo como solar, hasta que se levantó
la actual con la anchura que preveía el plan, por lo que la calle Alfaro
Malumbres, es un poco más amplia en ese lugar. D. Cipriano fue un hombre culto
y caballero de la Real Orden de Carlos III, falleciendo poco antes de que
estallara la llamada revolución de “la Gloriosa”, que dio lugar a nuevos
problemas y tensiones.
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