El
pasado 1 de julio recordábamos en la sección de efemérides el crimen perpetrado
por Higinia Balaguer, natural de Ainzón, en el nº 109 de la calle Fuencarral de
Madrid, en 1888, de resultas del cual fue condenada a muerte, siendo la última
mujer ejecutada en España por el procedimiento del garrote vil.
Aquel
terrible suceso conmocionó a la sociedad española y dio origen al nacimiento de
todo un género en la prensa de la época. Uno de los corresponsales que
cubrieron el juicio fue el gran novelista D. Benito Pérez Galdós, que publicaba
sus crónicas en el diario argentino La Prensa. Más tarde fueron recopiladas en
un libro del que se han hecho diversas ediciones. De ellas hemos adquirido la
publicada por Ediciones Lengua de Trapo, en 2002, en la que el crimen de la
calle Fuencarral va acompañado por las crónicas correspondientes a otro hecho
que causó gran impacto, el asesinato del primero obispo de Madrid, D. Narciso
Martínez Izquierdo, a manos de un sacerdote perturbado, D. Cayetano Galeote y
Cotilla, que terminó sus días en un manicomio.
Otro
autor que se ha ocupado del asunto que nos ocupa es Antonio Lara que, en 1984
publicó El crimen de la calle de
Fuencarral, en Ediciones Albia de Madrid, en el que narra
pormenorizadamente todas las circunstancias que lo rodearon.
Entre
las ilustraciones incluye el retrato del Director de la Cárcel Modelo de
Madrid, D. José Millán Astray, padre del famoso general, al que Higinia acusó
directamente, aunque finalmente fue absuelto.
El
Círculo de Amigos de la Historia publicó en su colección dedicada a “Los
grandes procesos de la Historia” un volumen dedicado al crimen de la calle
Fuencarral, junto con tres breves relatos sobre asesinatos relacionados con el
veneno. Todas estas obras han quedado incorporadas a nuestra biblioteca, como
testimonio de este suceso relacionado indirectamente con una localidad de la
comarca.
Reproducimos
aquí dos de los dibujos que ilustraban las crónicas, cuando la fotografía no
era de uso habitual, en las que aparece el coche celular a la salida de la
cárcel, escoltado por la Guardia Civil y la triste imagen de Higinia en el
patíbulo.
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