El de diciembre de 1647
la ciudad de Borja eligió a D. Pedro
Jordán de Antillón como capitán de las tropas aquí alistadas para
participar en la campaña de Cataluña. A largo de ese conflicto fueron enviadas
varias compañías que estuvieron en Fraga y Barbastro y en sitio de Lérida. D.
Pedro Jordán había nacido en Mallén y pertenecía a la familia de los Brun. El 1
de octubre de 1636 sentó plaza como soldado en la compañía de D. Juan Garcés
Urtubia, que formaba parte del ejército que entró en Francia. En septiembre de
1637 fue nombrado alférez de la compañía del capitán Miguel Francolín con la
que participó en la campaña de Portugal. Al término de la misma embarcó en el
navío San Ambrosio, con el sueldo de alférez, estando presente en la triste jornada
de las Dunas, donde fue hecho prisionero. Al cabo de seis meses de cautiverio
pudo escapar y, tras servir como soldado en el presidio de Cádiz, embarcó en la
Armada del Mar Océano. Con ella viajó a Pasajes y allí fue elegido para pasar a
Flandes, a bordo del San Ambrosio. Participó en los combates del canal de la
Mancha frente a los holandeses, siendo hecho prisionero el 21 de octubre de
1639. Posteriormente sirvió como soldado en el Ejército de Cantabria y en 1640
fue nombrado Ayudante de Sargento Mayor en el Ejército de Cataluña. En esa
campaña fue herido en el ataque a Mendiel. El 24 de mayo de 1642 el rey le
concedió el mando de una compañía y luchando al frente de ella fue hecho
prisionero en marzo de 1643, durante el ataque a Miret. Siguió mandándola hasta
que la ciudad de Borja lo eligió como capitán de su gente. Falleció sin
descendencia en fecha que no hemos podido establecer y sus méritos fueron
aportados por su sobrino D. Miguel Brun y Agüero para optar a una plaza en
Nueva España.
El 15 de diciembre de 1835
fueron suprimidos los conventos masculinos que existían en nuestra ciudad, en
aplicación de las leyes desamortizadoras. La medida que supuso un duro golpe
para el patrimonio artístico de Borja afectó a los conventos de franciscanos,
agustinos, capuchinos y dominicos. En aquellos momentos había 30 religiosos en
el de San Francisco; 19 en el de agustinos; 15 en el de capuchinos y 8 en el de
dominicos. Todos ellos tuvieron que salir de Borja, salvo los más ancianos que
permanecieron aquí hasta su fallecimiento. Algunos de ellos se hicieron cargo
de parroquias del entorno, como sacerdotes seculares.
El 15 de diciembre de
1968 falleció en Madrid D. Antonio López
Franco que había nacido en los últimos años del siglo XIX. En un artículo
publicado en La Voz de Aragón se
definía como “oriundo de Borja y vinculado a ella por lazos de afecto e
intereses”. Cursó la carrera de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos,
entrando al servicio del Estado como Ingeniero de Obras Públicas. Más tarde
ejerció como profesor de Química y Materiales de Construcción en la Escuela de
Caminos de Madrid.
Es considerado el introductor de la Química
Cuántica en la enseñanza universitaria española, siendo el autor de un Compendio de Química para uso de sus
alumnos, en 1928. En 1956, publicó con su hijo Antonio López Bustos otra obra
relacionado con este tema, Nociones
generales sobre las mecánicas cuántica y ondulatoria. Además, son numerosos
los artículos que, con su firma, aparecieron en la Revista de Obras Públicas, tanto sobre temas de su profesión como
sobre su asistencia a los congresos internacionales en los que participó. Todos
ellos y otras obras suyas han sido reunidas por nuestro Centro.
Su
especial relación con Borja surgió a raíz de su estudio para la regulación de
la cuenca alta del Huecha con el fin de mejorar los regadíos de la zona. En junio de
1925, el Sindicato de Riegos de Borja le encargó la redacción del proyecto de
construcción de un embalse en Morana. Eran unos momentos de euforia,
propiciados por la política de fomento de obras públicas emprendida por la
Dictadura de Primo de Rivera y, en la prensa local, se había iniciado una
campaña bajo el lema “El futuro de Borja está en Morana” que despertó el
entusiasmo de amplios sectores de la población. El proyecto fue presentado en mayo
de 1926, pero la Confederación Hidrográfica opuso algunos reparos que fueron
solventados con un nuevo proyecto elaborado en 1927 que la llegada de la II República terminó
cancelando, tras un nuevo estudio realizado por el ingeniero D. Primitivo M. Sagasta
que lo consideró inviable.
No obstante, el interés
que D. Antonio López Franco había demostrado fue determinante para que la
corporación municipal, presidida por D. Juan Antonio Alzola, tomara el acuerdo
el 20 de octubre de 1926, de concederle el título de “Hijo Adoptivo”. Por aquellas fechas se
le había encomendado la construcción de un puente en el camino del Campo, a la
altura de Maleján. No era una obra de gran envergadura, pero reviste interés ya
que, en ella, López Franco puso de manifiesto su dominio de las estructuras de
hormigón a las que venía dedicando especial atención desde hacía varios años. Precisamente, fue el
día de la inauguración del puente, en 1929, cuando se hizo entrega a D. Antonio
López Franco del título de “Hijo Adoptivo” que le había sido concedido tres
años antes.
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