sábado, 5 de octubre de 2019

La evolución del Patrimonio arquitectónico de Mallén III



En el lugar que ahora se encuentra la plaza de Pablo Iglesias y la urbanización construida en torno a ella, se ubicaba el castillo de Mallén, un monumento de excepcional importancia que fue ordenado demoler por el general D. Francisco Espoz y Mina, tras la rendición de la guarnición francesa que, durante la Guerra de la Independencia, protagonizó una heroica defensa con los pocos efectivos disponibles, al mando del teniente Seurre.
Fue la primera pérdida patrimonial que sufrió la localidad. Según las recientes investigaciones llevadas a cabo por D. Javier Royo Rueda, era de planta cuadrangular y de características similares a las del castillo de Sádaba. En su opinión, tras los trabajos ordenados por Mina, aún se mantuvieron en pie algunos restos que fueron desapareciendo con el tiempo. Salvo los testimonios documentales encontrados por el citado investigador, nada se sabe del castillo ya que, cuando se construyó la urbanización, no se hicieron las preceptivas catas arqueológicas.





         Poco después, como consecuencia de la Desamortización se produjo el abandono del convento franciscano de Ntra. Sra. de Torrellas, situado cerca del casco urbano. De él solo quedaba un machón de su templo, que en la imagen aparece tras el pilar de San Antón, situado en primer término.



         Afortunadamente, se ha conservado su retablo mayor, reutilizado en la iglesia parroquial de Novillas que, en la actualidad, tiene como titular a Nra. Sra. de la Esperamza, aunque en su parte inferior se encuentran los emblemas de la orden franciscana, testigos de su procedencia.




         Pero es en el conjunto de edificios que integran el casco urbano y que hicieron de él uno de los más interesantes de nuestra zona, donde se han producido las mayores pérdidas patrimoniales. Entre ellas destaca la del palacio de los Navas que, a su interés arquitectónico, unía el valor histórico de haber acogido en sus muros a algunos monarcas que visitaron la localidad, como Carlos IV.




Este edificio, de sencilla fachada, pero en la que campeaban las armas de los Dudagoitia y Alcaldes, propietarios del mismo, fue derribado por el Ayuntamiento, a pesar de su valor ambiental.




         En su lugar se construyó la nueva Casa de Cultura, remendando ese estilo neoaragonesista que se ha ido imponiendo en nuestra zona. El escudo de la familia pasó a convertirse en un elemento decorativo de la cafetería.




         Junto a la Casa Consistorial se alzaba otro edificio de interés, también derribado por el Ayuntamiento para construir el Hogar del Jubilado. El contraste entre ambos es evidente. Anteriormente, la edificación del Casino ya había supuesto una modificación importante en el aspecto de la plaza, al igual que lo acaecido con otros edificios que conforman ese espacio.




         Podríamos citar otros casos llamativos que han supuesto pérdidas irreparables, pero preferimos presentar dos de los palacios privados que aún se conservan. El primero es el de los Zapata y el segundo el de los Pérez de Petinto, recientemente desmantelado. En ambos destacan sus magníficas rejerías, entre otros elementos de interés.




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