Intentar abordar el Patrimonio Cultural Inmaterial de
Boquiñeni sin contar con el asesoramiento de D. Benito Coscollá, antiguo
colaborador de nuestro Centro, dado que nos ha abandonado por otras tierras, es
tarea ardua, sobre todo teniendo en cuenta que no disponemos de demasiadas
fotografías de las tradiciones de esta localidad. Intentaremos abordarlo con
las que existen en nuestro archivo y con las que hemos podido recabar en
Internet, junto con la información que ofrece el propio Ayuntamiento.
Comenzaremos con la fiesta de San Antón en la que se
celebraba la “salida” de los quintos. Comenzaban encendiendo una gran hoguera
en la replaceta de la Virgen del Pilar. Después, los quintos del año montaban
en una galera, adornada con ramos de olivo y cargada de paja que esparcían en
su recorrido por las calles de la localidad, deteniéndose a comer y beber en
las casas de cada uno de ellos.
Cuando
desapareció el Servicio Militar la fiesta perdió su sentido, pero fue
recuperada en 2010, siendo sus protagonistas los jóvenes que alcanzan la
mayoría de edad junto con los de un año menos, a los que se conoce como “acompañantes”.
El
sábado más cercano a San Antón prenden la hoguera y la galera vuelve a recorrer
las calles, dejando su rastro de paja, dejando la huella de su paso. Además, se
ha instaurado la costumbre de reunirse también los que cumplen los 25 años de
su “salida”, celebrando una misa en sufragio de los compañeros ya fallecidos.
Los agricultores celebran la fiesta de su Patrón, San
Isidro, el fin de semana posterior al 15 de mayo, con una misa en la ermita de
San Miguel, donde también se venera la imagen de San Isidro. Al término de la
misma, el Sindicato de Riegos de Boquiñeni obsequia a todos los asistentes con
un bocadillo de chorizo y longaniza asados en la brasa, acompañados de vasos de
vino.
A finales de mayo se celebran las Fiestas en honor a los
tres Patrones de la localidad: el Santo Cristo de la Capilla, San Gregorio y
San Miguel.
El 24 de mayo se recuerda el milagro obrado por el Santo
Cristo ese día del año 1864, cuando ante la gran sequía que se padecía en
aquellos momentos, los habitantes de Boquiñeni, decidieron llevar la imagen en
rogativa hasta la ermita de San Miguel. Nada más salir de la iglesia la
procesión, comenzó a llover y, en agradecimiento, se celebra desde entonces
esta fiesta, que comienza con el canto de la Aurora, al amanecer.
A mediodía, tiene lugar una Solemne Eucaristía en la iglesia
parroquial, al término de la cual se lleva en hombros al Santo Cristo hasta la
ermita. Las calles que atraviesa están engalanadas con arcos de madera o metal,
con flores y bombillas de colores.
Los danzantes acompañan, bailando, a la imagen y es
costumbre pasar por debajo de la peana en el transcurso de la procesión. Por la
tarde, al finalizar el Rosario general, las autoridades reparten entre los
asistentes los claveles que ha llevado la peana.
En 2015, tuvimos la fortuna de asistir a la fiesta en honor
a San Gregorio de Ostia que, actualmente, tiene lugar el 25 de mayo, aunque
antaño se celebraba el 9 de mayo, fecha señalada en el calendario litúrgico.
Al
terminar la Eucaristía, salió la procesión de la iglesia parroquial, también
llevada a hombros y acompañada por autoridades, reinas de las Fiestas y, por
supuesto por los danzantes.
El ritmo que imponen estos, sin parar de bailar, es
extremadamente vivo, hasta el punto de que cuesta seguirlos en su trayecto
hasta el Pabellón Municipal, donde se representa el dance.
Allí, con la imagen de San Gregorio presidiéndolo y el
público cómodamente sentado tiene lugar la representación de este dance que
tiene más de 100 años de antigüedad y que aún se conoce como el de “la
soldadesca”, aunque ahora responde a los típicos esquemas de la lucha entre el
bien y el mal.
Intervienen el mayoral, el rabadán y los danzantes, en el
papel de pastores, todos ellos tocados con sombrero de paja y vara, salvo
mayoral y rabadán que llevan sus cetros característicos con cintas y flores.
Un personaje específico del mismo es el del “sacristán”,
aunque buena parte de su actuación transcurre en el suelo, donde cae abatido
por los sobresaltos que le proporciona la irrupción del demonio.
La entrada del diablo es espectacular, entre el ruido y el
humo que provocan el estallido de los petardos. Vestido de negro y con el
tridente en la mano, intenta detener la fiesta en honor de San Gregorio. Afortunadamente,
el ángel logra expulsarlo, recuperando al mismo tiempo la salud del pobre
sacristán, de manera que la fiesta puede continuar entre los aplausos del
público.
A continuación, tienen lugar los
dichos en homenaje a San Gregorio, recitados por cada uno de los danzantes,
alguno de los cuales no puede reprimir su emoción, seguidos de las
“competencias” que mayoral o rabadán les dedican, siempre en tono festivo.
Terminada esa parte, comienza la
segunda, el “paloteo” o “paloteado”. Ahora, hay dos grupos integrados, cada uno
de ellos, por ocho danzantes, mayoral y rabadán. Bailan por separado o
conjuntamente y, en Boquiñeni, sólo utilizan palos.
Terminado el baile, mudan los palos
por castañuelas para acompañar al santo de vuelta al templo parroquial, donde
entra a los acordes del himno nacional. Como a la ida, les sigue la corporación
municipal y las reinas de las fiestas, así como los reyes y reinas infantiles.
En el trayecto, como ocurre en otros lugares vecinos, los danzantes pasan bajo
las andas del Santo, sin dejar de bailar.
La Iglesia conmemora el 9 de mayo la aparición de San Miguel
en el monte Gargano, pero en Boquiñeni se ha unido a las anteriores y tiene
lugar el día 26. Como la de San Gregorio es una fiesta votada, respondiendo a
la promesa formal realizada a finales del siglo XVI por todos los habitantes
del municipio por haberles librado de una plaga de langosta. Era costumbre
ayunar en esa fecha y acudir en procesión a la ermita, dedicada al arcángel, en
las proximidades del casco urbano, donde se celebra la Eucaristía, costumbre
esta última que se ha mantenido.
Las otras fiestas “grandes” de Boquiñeni son las que
celebra, en honor a la Virgen del Rosario, en torno al primer domingo de
octubre. Aunque se programan diversos actos “profanos”, de los religiosos se
encarga la cofradía que la tiene por titular, fundada el 2 de marzo de 1773, uno de cuyos miembros,
actúa como mayordomo. Al amanecer se canta la Aurora, con acompañamiento de guitarras
y, a mediodía, tiene lugar la Misa Solemne con procesión, saliendo por la tarde
la procesión del Rosario General.
No queremos terminar sin una alusión a la Semana Santa de
Boquiñeni, y a una costumbre introducida en la década de los años 80 del pasado
siglo, por la escuela de cuerda que dirigía D. Francisco Pelegay, consistente
en un “Viacrucis Jotero” que tiene lugar el Viernes Santo, en el que se
interpretan 14 jotas, durante la contemplación de sus catorce estaciones por
las calles de la localidad.
También hay que mencionar la fiesta de Santa Águeda que celebran
las mujeres el 5 de febrero, con una misa en la ermita de San Miguel y una
chocolotada en la Asociación “Majas de Goya”.
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