En la noche de 6 de diciembre fuimos testigos del hallazgo
de una bonita imagen del Niño Jesús junto a un contenedor de la plaza del Olmo.
Lo rescató María Ángeles Martínez que, muy ilusionada, lo llevó a su casa.
Queríamos saber qué había ocurrido después y le pedimos que
nos enviara alguna fotografía del estado actual del mismo. Lo ha hecho ahora, y
hemos podido constatar que, tras ser restaurado (tenía roto un brazo), preside
una de las habitaciones de su casa.
Con ella, nos desea a todos una Feliz Navidad y, además, ha
incluido el tecto que reproducimos en el que atribuye un origen providencial a
tan sorprendente hallazgo:
El
Niño Jesús recompensó las asistencias
“Érase
una vez una joven a la que nunca le tocó el Niño Jesús en el sorteo que, por
Navidad, se celebraba en su parroquia: la de Santa María de Borja.
En los años 70, las asistencias a catequesis de los domingos
se cambiaban, en vísperas de Navidad, por una lista de números que entraban en
el sorteo de un Niño Jesús. Cuantas más asistencias, más posibilidades de ser
agraciados.
Nuestra protagonista creció con esa desdicha de que, a pesar
de asistir todos los domingos primero al catecismo y después a misa, y lograr
reunir un gran número de asistencias, nunca gozó de esa alegría.
Ha
tenido que pasar casi medio siglo para que de una forma milagrosa, la niña que quería
llevar a su casa el Niño Jesús, pudiera ver convertido en realidad su sueño.
Todo
ocurrió el pasado 6 de diciembre tras el pregón de Navidad. Ese día se encendieron las luces de la Plaza
del Mercado donde ella nació. El espíritu de la Navidad se impregnó en todos
los borjanos al son de cornetas, tambores y con un pregón en el que ella
recordaba:
"Hace
veinte siglos, en Belén de Judea, en el silencio de la Nochebuena, el amor
habló de una forma infinitamente humilde, con un corazón rebosante de paz, con
unas manos llenas de amor, con miradas y llantos de sabor divino: ¡Dios se hizo
hombre!"
No
podía imaginar lo que iba a suceder después. Primero acudió al Centro de
Estudios Borjanos y, junto con varias personas, salió a fotografiar el
alumbrado navideño que acababa de ser inaugurado.
Al
comienzo del recorrido, junto a un contenedor de basuras, asomaba una pierna
dentro de una caja de cartón, en la que, abandonado estaba Él. Inmediatamente,
gritó con fuerza a sus acompañantes: ¡Es el Niño Jesús!
El
misterio acompaña, en muchas ocasiones,
el porqué de las cosas que a veces nos suceden, y encuentra su
fundamento en la Fe.
No
sabemos las razones por las que alguien decidió desprenderse en estos días de
la imagen, pero lo cierto es que el Niño Jesús ha encontrado un nuevo hogar que ilumina cada
día con su mirada, su paz, su amor y su luz.
Como se proclamaba en el Pregón: "Un gran regalo se nos
ofrece; una vida estremecida y humillada.
El regalo de Dios es ofrenda para todos y cada uno de los hombres. Entre pajas vendrá el Señor, nacerá en silencio,
porque ¡ES NAVIDAD!"
El
regalo llegó y, porque creemos que Navidad es todos los días del año, nuestro
deseo es que como a nuestro Niño Jesús, a ningún niño del mundo le falte un
hogar.
Ante Él volvemos a cantar ese villancico de nuestra
infancia:
"Ay del
chiquirritín, chiquirriquitín,
metidito entre pajas.
Ay del chiquirritín,
chiquirriquitín,
queridín, queridito del alma."
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