Hemos recibido tres números de Cuadernos de Aragón, concebidos inicialmente como revista pero que,
desde hace tiempo, pueden ser considerados libros dado el carácter monográfico
que revisten.
El nº 75 lleva por título Miguel Alejos Burriel y su proyecto para refundación liberal de Zaragoza,
siendo su autor Ramón Betrán Abadía. En él se incluye la memoria “Porvenir
industrial de Zaragoza, si se aprovecha la fuerza motriz que hoy se pierde de
las aguas del Canal Imperial”, elaborada por el que fuera Alcalde de la capital
aragonesa en 1840 y posteriormente Diputado a Cortes por Teruel.
En unos momentos en los que Zaragoza, iniciaba una nueva
etapa tras las destrucciones de la Guerra de la Independencia, Burriel soñaba
con convertir a la ciudad en un núcleo industrial, proponiendo la creación en
la falda del monte de Torreo de un “rico y hermoso barrio industrial” que se
beneficiara de la fuerza hidráulica del Canal. Aunque esa ilusión no llegó a
consolidarse, es necesario recordar que ese proyecto con el que pretendía poner
a Zaragoza a la cabeza de España y hasta de Europa, fue al menos el intento
para romper la dependencia con el sector agrícola que, por entonces, seguía
siendo la base de su economía.
Victorino Ortega López es el autor de La lucha por la tierra y el agua en Luceni y Boquiñeni (siglos
XIII-XIX), un trabajo riguroso y bien documentado que tiene para nosotros
un especial interés por las localidades sobre las que trata y otras como
Gallur, Mallén, Novillas o Magallón que aparecen también en sus páginas.
El período estudiado comprende desde la Reconquista hasta el
siglo XIX y en él se aborda el sistema de riegos, la construcción de canales y
acequias, los derechos y los pleitos de los diversos municipios. Pero también
la navegación por sus aguas, con una curiosa fotografías del servicio fluvial
de transporte de viajeros entre Gallur y Zaragoza, o las amplias referencias a
las barcas pontón que permitían el cruce del Ebro en Luceni y Boquiñeni.
En el nº 77, el embajador y polígrafo Manuel Gómez de
Valenzuela nos sorprende con un completo análisis sobre Cárceles, penas, verdugos y tormento en el derecho penal histórico
aragonés. Merece la pena seguir, a través de sus páginas, el relato de
aquellas cárceles y prisiones que jalonaban el territorio, así como las penas
que se aplicaban, desde las distintas formas de ejecutar la pena de muerte,
hasta aquellas otras penas menores, como los azotes, la picota o el
enclavamiento. Al hablar de las picotas señala que el único casa de una
realizada en piedra en la existente en Cretas. Le llama la atención, porque en
Castilla son muy abundantes. Pero nosotros hemos documentado que en Borja
existió una de piedra y las tuvo que haber en otros lugares, por lo que, en
algún momento determinado, posiblemente en el XIX, debieron hacerse
desaparecer. Dedica el último capítulo a los verdugos, citando los nombres de
varios de Zaragoza, Huesca, Jaca, Barbastro y Teruel-Albarracín. Los hubo
también en Borja, aunque la plaza estaba habitualmente vacante, siendo
numerosas las referencias que en las actas municipales de los siglos XVII y
XVIII (que hemos consultado) se insiste en la necesidad de proveerla, cosa que
parece ofreció numerosas dificultades.
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