Entre las antiguas fotografías de Mallén que, en su momento, nos donó D. Tomás Espeleta, figura esta de la antigua central telefónica que nos permite recordar una época desconocida para muchos de los que actualmente sólo hacen uso de los más modernos teléfonos móviles.
Los de
más edad hemos llegado a conocer aparatos en los que, para establecer la
comunicación era preciso girar la manivela de la que estaban dotados. En el
Centro conservamos dos de esos teléfonos que utilizamos en la primera
exploración de cueva de Valjunquera, para pode hablar con el exterior.
Las
centrales eran atendidas por unas operadoras a las se solicitaba el número
deseado. Inicialmente, se daba el nombre de la persona con la que se quería hablar
y la operadora colocaba la clavija en el lugar correspondiente. Cuando aumentó
el número de líneas, exigían ya el número correcto, lo que provocaba no pocas
protestas: “¿Cómo quiere Ud. que lo sepa?” llegaban a decir abusando de la
paciencia de quien les atendía.
En
Borja la central estaba en la plaza de España y al frente de ella se encontraba
Dª. Julia Blanc Huerto. Ni ella ni las operadoras eran empleadas de la Compañía
Telefónica, dado que servían como personal autónomo.
Mucho
más tarde llegó la automatización de la red y el primer centro estuvo en
Mallén, localidad que contó con teléfonos automáticos antes que Borja. El
edificio fue construido en el solar de la antigua estación del ferrocarril.
Como
recuerdo del pasado ha quedado la central telefónica del Santuario de
Misericordia, un pequeño cuarto situado junto a la cocina del Caserón, con la
ventanilla por la que era atendido el público. Es una lástima que la
instalación interior fuera desmontada en su momento, pues ahora sería toda una
reliquia.
El
conseguir desde esos lugares una “conferencia”, como se llamaba a las
comunicaciones interurbanas era toda una aventura, pues desde que se solicitaba
hasta que se establecía la comunicación podían pasar muchos minutos de espera.
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