viernes, 14 de agosto de 2020

Otro religioso de Gallur

 


         Cuando recientemente dimos noticia del sacerdote claretiano de Gallur, D. Alberto Serrano Cotoré, recogíamos su testimonio respecto a que, en su vocación religiosa, había sido determinante el ejemplo de un salesiano gallurano: D. Antonio Manero Borao.

         Había nacido en Gallur el 12 de julio de 1928. Curiosamente, asistió al parto el padre de D. Alberto Serrano, que era practicante y falleció relativamente joven. Era un niño cuando la Guerra Civil conmocionó la vida local de una localidad que sufrió varios bombardeos. El más importante fue el acaecido el día 23 de noviembre de 1937 cuando la aviación republicana destruyó la escuela en la que, en aquellos momentos, se encontraban maestros y alumnos, ocasionando varios muertos. Uno de esos alumnos era D. Antonio Manero que, curiosamente, no hizo mención al incidente, al menos en los testimonios que se han reproducido, aunque en ellos se hace referencia a otros hechos, quizás adaptados a la nueva realidad.



         Con tan sólo 12 años, su madre que había quedado viuda lo envió a Huesca, iniciando su formación con salesiano que culminó con su ordenación sacerdotal el 26 de junio de 1955 en el templo del Tibidabo de Barcelona, surgido por impulso del fundador de la orden San Juan Bosco.

         Atrás quedaba su noviciado en Sant Vicenç dels Horts y sus estudios de Teología en Turín y Martí-Codolar.



         Su primer destino fue el Colegio de Mataró (1956-1964), pasando después al de Horta (1964-1968), Martí-Codolar (1968-1974), Huesca (1975), Mundet (1975-1978), Huesca (1978-1996), Sant Boi (1996-2001), Huesca (2001-2011) y de nuevo Martí Codolar, donde falleció el 26 de abril de 2016, tras 70 años en la orden y 60 de sacerdote.



         En el colegio de Mataró conoció a Salvador Puig Antich (1948-1974), un joven que había llegado allí tras ser expulsado del colegio de la Salle, por agredir a un profesor.

         Puig Antich es recordado por ser una de las dos últimas personas ejecutadas en España por garrote vil, tras ser condenado en Consejo de Guerra por el asesinato del subinspector del Cuerpo General de Policía D. Francisco Anguas Barragán. Salvador militaba en un grupo anarquista, el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) y había tomado parte en algunos asaltos a mano armada de entidades bancarias. En el momento de su detención disparó contra el policía con una de las dos pistolas que portaba y a pesar de la presión internacional no obtuvo el indulto.

         La última noche, antes de la ejecución, solicitó la presencia de su antiguo profesor, D. Antonio Manero, que le acompañó durante aquellas dramáticas horas que precedieron a su muerte, algo que le impactó profundamente. Comentaba que, cuando regresó a su casa de Martí-Codolar a la mañana siguiente, había envejecido diez años.


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