Cuando recientemente dimos noticia del sacerdote claretiano de Gallur, D. Alberto Serrano Cotoré, recogíamos su testimonio respecto a que, en su vocación religiosa, había sido determinante el ejemplo de un salesiano gallurano: D. Antonio Manero Borao.
Había
nacido en Gallur el 12 de julio de 1928. Curiosamente, asistió al parto el
padre de D. Alberto Serrano, que era practicante y falleció relativamente
joven. Era un niño cuando la Guerra Civil conmocionó la vida local de una
localidad que sufrió varios bombardeos. El más importante fue el acaecido el
día 23 de noviembre de 1937 cuando la aviación republicana destruyó la escuela
en la que, en aquellos momentos, se encontraban maestros y alumnos, ocasionando
varios muertos. Uno de esos alumnos era D. Antonio Manero que, curiosamente, no
hizo mención al incidente, al menos en los testimonios que se han reproducido,
aunque en ellos se hace referencia a otros hechos, quizás adaptados a la nueva
realidad.
Con
tan sólo 12 años, su madre que había quedado viuda lo envió a Huesca, iniciando
su formación con salesiano que culminó con su ordenación sacerdotal el 26 de
junio de 1955 en el templo del Tibidabo de Barcelona, surgido por impulso del
fundador de la orden San Juan Bosco.
Atrás
quedaba su noviciado en Sant Vicenç dels Horts y sus estudios de Teología en
Turín y Martí-Codolar.
Su
primer destino fue el Colegio de Mataró (1956-1964), pasando después al de
Horta (1964-1968), Martí-Codolar (1968-1974), Huesca (1975), Mundet (1975-1978),
Huesca (1978-1996), Sant Boi (1996-2001), Huesca (2001-2011) y de nuevo Martí
Codolar, donde falleció el 26 de abril de 2016, tras 70 años en la orden y 60
de sacerdote.
En el
colegio de Mataró conoció a Salvador Puig Antich (1948-1974), un joven que
había llegado allí tras ser expulsado del colegio de la Salle, por agredir a un
profesor.
Puig
Antich es recordado por ser una de las dos últimas personas ejecutadas en
España por garrote vil, tras ser condenado en Consejo de Guerra por el asesinato
del subinspector del Cuerpo General de Policía D. Francisco Anguas Barragán.
Salvador militaba en un grupo anarquista, el Movimiento Ibérico de Liberación
(MIL) y había tomado parte en algunos asaltos a mano armada de entidades
bancarias. En el momento de su detención disparó contra el policía con una de
las dos pistolas que portaba y a pesar de la presión internacional no obtuvo el
indulto.
La
última noche, antes de la ejecución, solicitó la presencia de su antiguo
profesor, D. Antonio Manero, que le acompañó durante aquellas dramáticas horas
que precedieron a su muerte, algo que le impactó profundamente. Comentaba que,
cuando regresó a su casa de Martí-Codolar a la mañana siguiente, había
envejecido diez años.
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