Hoy
vamos a comentar una obra situada en la sala III del Museo de la Colegiata, a
la derecha del acceso a la misma desde el corredor del patio central. Es una de
las pocas que no formaba parte de los fondos de Santa María, pues pertenece a
la Fundación “Hospital Sancti Spiritus y Santuario de Misericordia de Borja”.
Durante mucho tiempo estuvo colgada en la escalera principal del hospital,
frente a la puerta de la primera planta.
Siempre
nos llamó la atención por la belleza de su composición y con el deseo de
preservarla solicitamos del M. I. Ayuntamiento que fuera retirada de allí y
conservada en lugar más seguro. Fue colocada entonces en la Casa Consistorial,
en el rellano de la planta noble y, cuando se elaboró el proyecto museográfico
del museo, decidimos incluirla en su colección permanente, ya que encajaba
perfectamente en el discurso expositivo que quisimos dar a los contenidos de
esa sala. Sin embargo, en aquellos momentos no conocíamos su relación con una
de las obras más destacadas de la pintura italiana de transición entre los
siglos XVI y XVII.
En
julio de 2003, poco después de la inauguración del museo, Raúl Rivarés nos
comunicó el anuncio de la subasta en la sala Sotheby’s de Londres de una obra
identificada como la “Madonna de Montalto”, pintada por Annibale Carracci en
torno a 1600, que aparece en la fotografía anterior. La noticia despertó gran
expectación ya que hacía muchos años que dicha obra se consideraba en paradero
desconocido. El gobierno comunal de Bolonia puso especial empeño en conseguirla
pero, finalmente, fue adquirida por la National Gallery de Londres por una
cantidad cercana al millón de euros que fue sufragada con aportaciones
privadas, entre ellas la generosa donación de The Matthiesen Gallery. Desde
2004 se exhibe en el citado museo y en el nº 29 de su Technical
Bulletin (2008) se publicó un interesante estudio firmado por Larry Keith.
Annibale
Carracci (1560-1609) fue el miembro más destacado de una saga de pintores que,
dentro de la llamada Academia Boloñesa fundada por su primo Ludovico, fueron
los representantes del clasicismo en época barroca, como contraposición a ese
naturalismo tenebrista que tuvo en Caravaggio a uno de sus más grandes
intérpretes. A pesar de morir a una edad temprana, dejó una abundante
producción en la que figuran temas mitológicos como los frescos del gran salón
del Palacio Farnese, obras religiosas y paisajes de gran calidad. Fue un
artista de grandes recursos que dominaba la técnica al fresco y la pintura al
óleo sobre soportes tan variados como la madera, el lienzo o el cobre.
La
“Madonna de Montalto”, en concreto, es un óleo sobre cobre de reducidas
dimensiones (35 x 27,5 cm) que fue pintado por encargo del cardenal Alessandro
Peretti Montalto, sobrino del papa Sixto V de quien heredó la “villa Montalto”
convertida en uno de los espacios más admirados de Roma, por la riqueza de su
arquitectura y la colección de obras de arte que en ella se conservaba.
Durante
su permanencia en esa ubicación la obra fue muy admirada y fue reproducida por
otros artistas. Sin embargo, en torno a 1672 pasó a poder de Lorenzo Salviati e
inició un recorrido por colecciones privadas que ha sido reconstruido por Larry
Keith. Se sabe que, en el siglo XVIII, pertenecía a la familia Colonna y que,
en el siglo XIX, fue adquirida por Sir Archibald Campbell of Succoth, siendo
adquirida por otras personas tras la dispersión de la colección en 1947.
A
la difusión de esta obra contribuyó, en gran medida, el grabado realizado por
Cornelio Bloemaert (1603-1684), antes de que llegara a la villa Montalto.
Curiosamente, la disposición de las figuras está invertida respecto a la
composición original de Carracci.
Ello
pudo influir en algunas de las copias que se conservan como la existente en la
iglesia de San Biagio y Macario de Magliaso (Italia) realizada por Antonio
Busca (1625-1684). Otras, en cambio, se ajustan al modelo de Carracci, como la
de Giusseppe María Galeppini (1625-1650).
Este
es el caso de la copia del Museo de la Colegiata de Borja, un óleo sobre lienzo
de 125x95 centímetros, de características similares a la obra original, a la
que se ajusta con bastante fidelidad incluso en la gama de colores.
En
el centro de la composición aparece la Virgen, en ademán de incorporarse,
teniendo en su regazo al Niño. Un San José anciano la contempla a su derecha,
teniendo un libro en su mano izquierda, mientras se apoya en una mesa que, en
este caso, aparece desdibujada por la suciedad del lienzo.
A la izquierda, un
pequeño San Juan parece reclamar la atención de la Virgen asiendo en manto
azul, mientras su mano derecha reposa sobre el lienzo blanco que emerge del
cesto de mimbre situado a sus pies.
No
obstante, se aprecian algunas diferencias como en el paisaje del fondo, aunque
el estado actual del lienzo de Borja no permite establecer comparaciones
precisas pues, por ejemplo, creemos adivinar la presencia de esas dos figuras
que se advierten en la obra original. De ahí, la conveniencia de someterla a
una adecuada limpieza que, por su interés, merecería la pena acometer.
En
el número XLVIII de nuestra revista Cuadernos
de Estudios Borjanos apareció un artículo de Pedro Ferrer Córdoba, con la
mayor parte de las aportaciones que aquí hemos reunido, el cual finalizaba
señalando la inexistencia de datos documentales que permitieran la
identificación de su autor y las circunstancias relacionadas con su presencia
en Borja. Esta situación se mantiene, por el momento, aunque ello no resta
valor a esta pieza que forma parte de ese excepcional conjunto de obras que se
exhiben en el Museo de la Colegiata de nuestra ciudad.
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