En
esta sección que iniciamos con un artículo anterior en el que comentamos la
tabla de la Anunciación que se puede admirar en el Museo de la Colegiata, nos
corresponde hoy referirnos a alguna de las piezas que se exhiben en el Museo
Arqueológico y, contando con las indicaciones de D. Isidro Aguilera Aragón,
responsable de su instalación, vamos a iniciar el recorrido en la primera de
sus vitrinas, donde se exhiben los testimonios más antiguos de la presencia del
ser humano en nuestra comarca.
En
ella, podemos encontrar estas dos hachas de mano o bifaces, tallados en sílex
local, que fueron fabricados y utilizados por el hombre hace unos 150.000 años,
en el período denominado Paleolítico inferior. Con ellos, cazaban y procesaban
animales o se trabajaban los huesos y la madera.
Estas
dos piezas proceden de las proximidades del río Huecha, en los términos
municipales de Agón y Borja, pero no fueron encontrados en yacimientos
arqueológicos, propiamente dichos, sino que son hallazgos aislados que la
erosión ha ido depositando fuera de su contexto, pero que nos indican que, no
muy lejos del lugar del hallazgo, hubo actividad humana. Estos útiles tienen
una especial significación, ya que son muy escasos los testimonios de este tipo
encontrados en la cuenca central del Ebro, donde no debió haber una presencia
humana muy intensa en aquel período.
Esta
industria es asociada al tipo humano del Homo
heildelbergensis y a su sucesor el Homo
neanderthalensis, cuyo aspecto podemos intuir, a través de las imágenes
superiores que corresponden a las representaciones de los mismos en el Museo de
la Evolución Humana de Burgos. Ambos practicaron la caza, el carroñeo y la
recolección agrupados en campamentos itinerantes que establecían, tanto al aire
libre como en cuevas y abrigos.
Es
importante recordar que ambas especies se extinguieron y, por lo tanto, las
piezas que hemos comentado y otras de esta vitrina, de las que hablaremos en
otro artículo, no fueron realizadas por “antepasados” nuestros, ya que el
hombre actual, Homo sapiens, procede
de otra especie llegada de África más tarde a la que conocemos con el nombre de
“hombre de Cro-Magnon” (por la cueva francesa en la que se encontraron los
primeros restos) y que, durante unos 5.000 años, coexistió con el Homo neanderthalensis, hasta que el Homo sapiens se impuso, desapareciendo
los últimos hombres de Neanderthal, hace unos 25.000 años, precisamente al sur
de la península ibérica. Sin embargo, antes de que llegaran a su fin, su
presencia llegó a ser importante en nuestra zona, donde se han encontrado
diversos asentamientos de los que, el Museo Arqueológico de Borja conserva
abundantes testimonios.
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