Conforme avanzó la
tarde del Viernes Santo, la débil lluvia que caía sobre Borja alteró el
programa de los actos previstos. En primer lugar, se suspendió la recogida de
los “angelicos” por la Unidad de Alabarderos, prevista para las seis y media de
la tarde. Luego, la incertidumbre se cernió sobre la salida de la procesión del
Entierro de Cristo. Comoquiera que el pronóstico meteorológico indicaba una
mejoría del tiempo, hasta el último momento se mantuvo la esperanza de que
pudiera desarrollarse como estaba previsto. Sin embargo, poco antes de las ocho
de la tarde, los representantes de todas las cofradías participantes tomaron la
decisión de cancelar la procesión y llevar a cabo el sellado del arca en el
interior de la colegiata, como ya se había efectuado en alguna ocasión
anterior, por circunstancias similares.
Por
ello, con un cierto retraso, se inició la ceremonia en una nave repleta de
fieles, a la que accedieron una pequeña representación de las diferentes
cofradías y determinados elementos que forman parte del Entierro de Cristo.
Entre ellos, los pasos de la Muerte
y de San Juan Evangelista, junto con el de la Virgen de los Dolores que se
situaron en el presbiterio.
También
entraron la Paz y la Justicia, así como la Samaritana, aunque quedaron fuera
otros elementos como las Doce Tribus de Israel o las Cuatro Partes del Mundo
que habitualmente desfilan, dando un sentido universal al acto.
Seguidamente,
lo hizo el arca con la imagen de Cristo yacente, escoltada por la Unidad de
Alabarderos, siendo depositada en una mesa dispuesta al efecto.
El
Párroco de Borja, D. Carmelo Roy Blasco, procedió a incensar la imagen de
Cristo, en medio del silencio del público y de los miembros del M. I.
Ayuntamiento de Borja que asistieron en corporación, como viene siendo una
tradición secular en nuestra ciudad.
Una
vez colocada la tapa sobre el arca, el Centurión procedió a su sellado,
auxiliado por uno de los “angelicos” que, con un bastón, va marcando el ritmo
de sus movimientos.
Tras
colocar cada uno de los sellos, golpeó el arca con un martillo y al primer golpe
se rasgó el “velo del templo” que se encontraba al fondo de la nave.
Retirados
los alabarderos, llegó el momento de la Soledad de la Virgen, de esa Virgen
articulada que, en Borja, mueve sus brazos y cabeza. Cuando la ceremonia se
celebra en la plaza de España, aquí se procedía al canto de una hermosa aria,
seguida del sermón de la Soledad que era el remate final de esta ceremonia que
viene celebrándose en Borja, desde los inicios del siglo XVIII.
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