Hoy se
cumplen 80 años del extraordinario fenómeno que pudo verse en muchos lugares,
entre ellos Borja, donde hemos conocido a diversas personas que lo presenciaron.
Fue al comienzo de la noche del 25 al 26 de enero de 1938 cuando el cielo se
tiñó de un rojo intenso, causando el lógico sobresalto en todos los que lo
vieron a lo largo de unas siete horas. Las fotografías que se suelen utilizar
para ilustrarlo no corresponden a ese día, dado que entonces no había
fotografías en color.
Sí se
han conservado dibujos, como el que reproducimos de una persona que lo
contempló en Cataluña. España sufría entonces las consecuencias de la Guerra
Civil y hubo interpretaciones que relacionaron el color rojo con la sangre
vertida en los campos de batalla. Fue en realidad una aurora boreal que, aunque
rara en estas latitudes, no era la primera vez que tenía lugar. Había habido
varias a lo largo del siglo XIX, una de ellas en 1870, muy espectacular, aunque
su recuerdo se había olvidado.
También
causó sorpresa e inquietud en toda Europa, donde en algunas ciudades se pensó que
guardaba relación con un gran incendio, de igual manera que en Barcelona
pensaron que había sido originado por un tremendo bombardeo.
Pero lo
más curioso es que el 13 de julio de 1917, la Virgen de Fátima había anunciado
a los pastorcitos a los que se había venido apareciendo: “Cuando veáis una noche iluminada por una luz
desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al
mundo por sus crímenes”. Y, comoquiera que en marzo de 1938, Hitler inició el Anschluss, con la anexión de Austria,
considerado el preludio de la II Guerra Mundial, muchos asociaron el fenómeno
atmosférico con ese segundo secreto de Fátima.
De
hecho, Sor Lucía dos Santos, la única superviviente de las revelaciones pudo
contemplar el fenómeno desde su retiro del convento de Tuy y no dudó en
relacionarlo con el anuncio de la Virgen, como hizo constar en sus memorias
redactadas en 1941, en plena Guerra Mundial.
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