Nuestro
desplazamiento a Burgos nos ha permitido volver a recorrer lugares emblemáticos
de esa hermosa ciudad, como el arco de Santa María o su catedral, con la
ventaja de haberlos podido disfrutar en unas horas soleadas, al comienzo de la
mañana del pasado viernes, en un breve intervalo en el paso de la borrasca que
antes y después se había visto acompañada por lluvia y nieve.
Nos
llamó la atención el aspecto que ofrece la ciudad con las fachadas pintadas, la
limpieza imperante en sus calles y el cuidado de sus jardines, lo que unido a
la importancia de su conjunto monumental hacen de la misma uno de los más
importantes destinos turísticos de España.
No
conocíamos el Museo de la Evolución Humana que nos sorprendió por su
espectacular arquitectura y ese gran vestíbulo que da acceso a sus cuatro
plantas en las que se ofrece una completa visión del largo camino del hombre,
desde sus orígenes hasta la actualidad.
Sus
cuidadas instalaciones, el propio discurso expositivo, y los elementos
interactivos que lo jalonan lo convierten en un lugar de obligada visita y sumamente
útil para comprender la importancia de la labor que, desde hace año, se viene
desarrollando en Atapuerca, uno de los yacimientos clave en la Historia de la
Humanidad, razón por la cual fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Nuestro
recorrido finalizó en el Real Monasterio de las Huelgas que al interés
arquitectónico de ese cenobio cisterciense femenino, fundado Alfonso VIII de
Castilla y su esposa Leonor de Plantagenet, en 1187, une su condición de
panteón real y la feliz circunstancia de albergar en la antigua cilla esa
maravilla del Museo de Telas Medievales, uno de los más importantes del mundo.
Por otra parte, el monasterio sigue cumpliendo su función original, dado que
alberga a una numerosa comunidad de religiosas que siguen fieles al “Ora et
labora” de la regla benedictina, dedicadas a trabajos de lavandería industrial.
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