El M.
I Ayuntamiento de Borja está estudiando la posibilidad de proceder a la
restauración del puente de Vulcafrailes este año. En este sentido, va a
encargar la elaboración de la correspondiente memoria para evaluar la cuantía
de la intervención y, al mismo tiempo, ha solicitado al Centro de Estudios
Borjanos un informe sobre la importancia histórica de este monumento.
A pesar de su aparente
sencillez, el puente de Vulcafrailes es el más antiguo de los conservados en el
término municipal de nuestra ciudad. Ubicado sobre el barranco del mismo nombre
permite el paso sobre el mismo al camino que conduce a Navarra y que sigue el
trazado de la antigua calzada romana que partiendo de Tarazona y atravesando
Borja iba a enlazar con la que seguía el curso del Ebro hacia Astorga.
Esa
circunstancia y los sillares existente en su base han permitido especular a
algunos sobre su posible origen romano, lo cual no ha podido ser comprobado
hasta el momento, siendo más prudente datarlo en época medieval.
Sobre
esa base de sillares se alza su único ojo de medio punto con ladrillos en sus
frentes, encima de los cuales se dispone el muro de piedra seca que formaba el
pretil, con orificios cuadrangulares para la evacuación del agua, ahora cegados
al haber sido recrecido el firme del tablero para ampliar sus dimensiones y
permitir el paso de vehículos de mayor anchura.
Sus
aletas, también realizadas en piedra seca, se prolongan como muros de
contención del terreno circundante, formando un conjunto de indudable belleza.
La acción del agua ha provocado el derrumbamiento de parte de esos muros y el
desplazamiento de las zonas que se conservan de ello, las cuales se encuentran
en serio riesgo de desaparición.
La
rehabilitación del mismo implicaría la consolidación de sus muros, en sus
partes conservadas, rehacer las derrumbadas y aligerar el peso que soporta el
tablero por la carga de tierra que se colocó sobre él, intentando rebajar el
firme hasta el primitivo nivel, de manera que se recuperasen los pretiles.
Esta
actuación es importante, dado que al interés arquitectónico de la obra viene a
sumarse su importancia histórica, debido a su emplazamiento en un nudo de
comunicaciones que, en el pasado, fue muy transitado.
Prueba
de ello es que el puente y sus inmediaciones fue el lugar elegido por los
últimos bandoleros que operaron en nuestra zona, asaltando a los viajeros que,
procedentes de Zaragoza, se dirigían hacia Tarazona y Borja. De esas acciones
hay documentación conservada en los procesos incoados al efecto y en la obra
Crímenes ejemplares, publicada por el Centro de Estudios Borjanos, se hace
referencia a uno de los casos.
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