sábado, 7 de marzo de 2020

Heroica actuación de un miembro de la Guardia Civil de Borja


         A finales del pasado mes de febrero se produjo un incendio en una casa abandonada, situada junto al arco de la plaza de San Bartolomé. Ahora, acabamos de recibir información precisa e imágenes sobre la heroica actuación de un miembro del Puesto de la Guardia Civil de Borja.
         Poco después de producirse el siniestro, el Centro Operativo de Servicios (COS) de Zaragoza alertó a la patrulla que, en aquellos momentos se encontraba repostando su vehículo, a pesar de lo cual se trasladó inmediatamente al lugar de los hechos, haciendo uso de las señales acústicas y luminosas.

         Allí se encontraba ya el Sr. Alcalde D. Eduardo Arilla Pablo y varios vecinos, a los que interrogaron acerca de la posibilidad de que hubiera alguna persona en el interior de edificio, del que salía una densa humareda.
 


         Uno de los miembros de la patrulla, sugirió la posibilidad de que allí se encontrara un transeúnte mendigo, sin domicilio conocido, que solía guarecerse en viviendas abandonadas.
         Fue entonces, cuando el agente D. Francisco Jesús Ferrón López decidió acceder al interior de la casa, a pesar de que el Sr. Alcalde le advirtió del peligro que ello entrañaba por el estado de abandono del edificio y el riesgo de colapso.
         Aunque todavía no habían llegado los bomberos, el agente, dando muestras de gran arrojo y poniendo en riesgo su vida, penetró entre las llamas y el humo, logrando alcanzar el segundo piso donde encontró el cuerpo de una persona que, utilizando técnicas de rescate, cargó sobre sus hombros, iniciando el descenso.

         Progresivamente, el humo era más denso, por lo que tuvo que arrastrarse y detenerse en varias ocasiones, logrando finalmente llegar a la calle, donde fue efusivamente felicitado por el Sr. Alcalde.



         Allí se pudo constatar que el cuerpo rescatado correspondía a la persona que habían supuesto, la cual fue atendida por los servicios médicos, constatando que su nivel de saturación de Oxígeno era del 83 %, presentando síntomas de hipoxemia como los labios cianóticos, así como quemaduras en cuero cabelludo y en su ropa que, en cierto modo, actuó como elemento protector. Sin embargo, si hubiera demorado el rescate las posibilidades de supervivencia hubieran sido muy escasas.
         Actos como el descrito son los que, en múltiples ocasiones, vienen a avalar la condición de “Benemérito” de un Cuerpo, entre cuyos valores fundamentales figura el de ser “pronóstico feliz del afligido”.
         “El Honor es mi divisa” es el lema de todo Guardia Civil, lo que le impulsa a llevar a cabo, cualquier acto de abnegación inspirado en el sentido del deber, subordinando la vida o el bienestar propios por los de los demás.
         Pero ello no implica que la Sociedad y los máximos representantes de la misma omitan el justo reconocimiento a su comportamiento, en casos como el comentado. La felicitación del Sr. Alcalde fue una muestra de ello, pero estamos seguros que el propio Cuerpo sabrá también reconocer el mérito de la actuación de este ejemplar agente que, sin dar importancia, arriesgó su vida en lo que consideraba el cumplimiento de su deber. Reconocer méritos como este es un acto de justicia pero, también, un estímulo para mantener vivo el espíritu tradicional del Cuerpo, al proponerlo como ejemplo al resto de sus miembros.
   



         Se da la curiosa circunstancia de que el primer apellido del agente interviniente es de origen aragonés pero lo que, probablemente, no sabe es que una rama de su familia se estableció en Borja y, entre sus miembros, destacó Dª. Catalina Ferrón del Arco, nacida en nuestra ciudad el 29 de noviembre de 1578. Era hija de D. Antonio Ferrón y de Dª. Francisca del Arco. Estuvo casada con D. Alfonso Pérez de Araciel y fue una de las benefactoras de la colegiata de Santa María, fundando entre otras cosas dos capellanías. Su lápida funeraria es uno de los pocos testimonios que se conservan de la antigua colegiata, situada en la cripta de ese templo, a los pies del paso de la Muerte.

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