Cuando nos encontramos a punto de cumplir la primera semana
de confinamiento, impuesto por la pandemia que nos afecta, son muchas las
personas que se preguntan acerca de la duración del mismo.
Esta es una cuestión a la que ningún especialista se atreve
a responder en estos momentos, dado que todo depende de la evolución de la
epidemia que, por ahora, se encuentra en fase de crecimiento. Este gráfico
reciente, ha sido ya superado, pues en la mañana de ayer el número de casos
declarados en España era ayer de 24.296, aún lejos de los 41.035 que se habían
contabilizado en Italia el viernes, aunque allí la enfermedad se detectó con anterioridad.
Pero todas las cifras son engañosas, dado que están
condicionadas por el número de test que se realizan para diagnosticar con
precisión el número de personas afectadas. En España no se están realizando en
número suficiente. Por poner un ejemplo, Alemania tiene capacidad para realizar
160.000 test a la semana, lo que representa 4.000 pruebas por cada millón de
habitantes, frente a las 625 que realizaba España (últimamente eran menos).
Ello provoca, entre los epidemiólogos, serias dificultades a
la hora de establecer previsiones y calcular la tasa
de mortalidad. Sólo así se explica que la de España sea una de las más altas,
algo superior al 5 %, aunque alejada de la de Italia (8,29 %) que contabiliza
ya 3.405 fallecimientos, 627 en tan sólo el día 21.
La OMS ha pedido reiteradamente a todos los países que se
hagan más pruebas y sobre todo que se ofrezcan los datos desagregados, es decir
aportando información sobre las edades y sexo de los afectados.
Aquí se ha transmitido inicialmente la impresión de que la
mayoría de los enfermos son ancianos, cuando en Alemania, por citar un ejemplo,
la edad media es de 47 años y los mayores de 60 años sólo representan el 20 %
de los contagiados. Todo ello con las debidas reservas, dado que influyen otros
factores, como la edad media de la población o el que en Alemania la epidemia
esté en fase de inicio.
Por lo tanto, a la vista de lo expuesto, lo que puede
asegurarse es que las medidas adoptadas se prolongarán durante un período
previsiblemente más largo de lo que nos gustaría, con las lógicas consecuencias
para la economía del país y también para la salud mental de los que están
confinados en sus casas, pero hay que mantenerlas.
Hay muchos que creen que el aislamiento está concebido para
frenar la epidemia. Es cierto, pero el virus, como todos los virus, continuará
expandiéndose de forma aún no estimada. Lo que se pretende al confinar a la
población es su rápida difusión con el objetivo fundamental de que no se
colapse el sistema sanitario. En España está ya casi desbordado, como lo
demuestran medidas tales como la instalación de hospitales de campaña
militares, utilización de hoteles o las restricciones impuestas para atender en
los hospitales a determinados grupos de edad.
En este caso, tan importante como el número de camas
disponibles es el de las correspondientes a las Unidades de Cuidados
Intensivos. Este gráfico (con las limitaciones temporales impuestas por la
fecha en que fue elaborado) muestra la posición de España, en relación con
otros países de la Unión Europea y del resto del mundo.
Así pues, hay que prepararse para un período de aislamiento
algo mayor del que desearíamos y, mientras tanto, adoptar las medidas
aconsejadas, especialmente las relacionadas con el lavado de manos y la
distancia entre personas cuando tengamos que desplazarnos, por causa
justificada, a algún lugar.
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