Pedro Domínguez Barrios nos ha enviado unas notas, para
contribuir a este período de aislamiento, en las que nos recuerda la primera
ermita que existió en el lugar donde, posteriormente se construyó esa maravilla
del arte mudéjar que es el ábside del que fuera templo del contiguo convento de
dominicos, cuyos restos fueron reconvertidos, tras su consolidación, en
Auditorio Municipal.
Fue de aquella primera ermita de donde la Virgen “huyó”
en1283, tras un crimen perpetrado en su interior, para aposentarse en los
montes de Leciñena, donde se construyó un Santuario, recientemente restaurado y
donde, por cierto, fue quemada en el transcurso de la Guerra Civil.
Pocos años antes, en agosto de 1257, la pequeña ermita
recibió la visita del rey Jaime I el Conquistador que oyó Misa en ella, cuando
marchaba en dirección a Tarazona para entrevistarse con su yerno Alfonso X de
Castilla. Esta tradición no hemos podido documentarla y, aunque ambos monarcas
se entrevistaron en alguna ocasión, es dudoso que hubiera un encuentro ese año,
cuando el rey castellano estaba en tierras murcianas.
Pero, al margen de que ese año estuviera allí el rey de Aragón,
lo cierto es que hubo una ermita, cuyo plano nos remite Pedro Domínguez
Barrios, elaborado a partir de la descripción de fray José de Santo Domingo en
su obra Historia de la prodigiosa imagen
de la Santísima Virgen de Magallón, publicada en 1814.
La descripción se refiere al templo mudéjar y dice así:
“Este templo dedicado a la Soberana Reina de los Ángeles, es
de una nave bastante espaciosa; su arquitectura del orden gótico; sus capillas
de fondo. En el retablo mayor, que prueba muchos siglos de antigüedad, ocupa el
primer lugar una imagen crecida de cuerpo entero, llamada también Santa María
de la Huerta, de buena escultura. Por él se ven repartidas algunas pinturas de
gusto que representan algunos misterios de Nuestra Señora, y las del primer
cuerpo al Apostolado. Tiene este templo tres capillas por banda: las de la
parte del Evangelio están dedicadas a Nuestra Señora del Rosario, al Santo Niño
y a Nuestra Madre Santísima del Carmen; las del lado opuesto, a Santo Domingo,
a Nuestra Señora de la Soledad, y donde correspondía la tercera,
Se halla en su fondo la puerta principal del
templo con algunos escalones o gradas para descender a su pavimento. Debajo del
coro hay otra capilla dedicada al Santísimo Cristo con su rezado en la entrada.
La
antigua ermita según se ve por la disposición de esta fábrica, era muy
reducida. La línea de su longitud, estaba
colocada en el diámetro o ancho de la iglesia actual, y por este motivo
se halla colocado el nicho en el que era venerada la santa imagen, en el macizo
de la pared que separa la primera de la segunda capilla, del lado derecho de
dicha iglesia, y que entonces servía de testera a la ermita. Este nicho se
conserva en el día con toda decencia en una especie de retablo con su mesa-altar, donde se celebra el Santo Sacrificio de la Misa. Sobre dicha mesa hay
dos cuadritos, o retratos de Nuestra Señora de Nieva y San Pedro Mártir, que
ocupan el espacio que hay hasta el pedestal sobre el que está colocada una
imagen de Nuestra Señora de Magallón, en aquel mismo sitio en que estuvo, según
tradición del pueblo, la que hoy se venera en los montes de Leciñena. Para
mayor adorno de este retablo hay repartidas por él varias pinturas: a la
derecha de la imagen de Nuestra Señora, que es de madera, de escultura regular y
de cerca de tres palmos de altura, se halla un retrato de Santa Bárbara; a su
izquierda otro de Santa Catalina Virgen y Mártir. Bajo éstas ocupan el espacio
hasta la mesa-altar; San Luis Beltrán y San Gonzalo de Maranto.”
En
los planos de Pedro, puede apreciarse la disposición de uno y otro templo, en
función de esta descripción que hemos reproducido.
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