El domingo 15 de marzo, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia
Episcopal Española difundió una nota en la que invitaba a las diócesis, que lo
considerasen oportuno, a que ayer a mediodía, coincidiendo con la hora del
Ángeles, todas las campanas de España sonaran al unísono para “para invitar a
orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan,
la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia”.
Este es texto íntegro de la nota:
“A vosotros, amados de Dios, gracia y paz de parte de
nuestro Señor Jesucristo” (Rom1, 7).
En
estos días de singular y dolorosa experiencia ciudadana y eclesial, a la que
nos ha llevado la pandemia del coronavirus, la Iglesia Católica está llamada a
ofrecer sus recursos en favor de los afectados así como la presencia del Señor
que salva, animando a todos los cristianos a interceder ante la Madre de Dios,
que nos ampara y escucha nuestra oración.
Por ello, invitamos a todas las Diócesis que lo consideren
oportuno a que a la hora del Ángelus suenen las campanas de nuestros templos
para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes
sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia. Así,
proponemos que a las 12 del medio día suenen las campanas para mostrar nuestro
agradecimiento y fraterna solidaridad y orar:
Por
los enfermos contagiados por el virus, por sus familiares, por quienes están en
cuarentena y por otros enfermos que ven afectada su atención por la prioridad
de atajar la pandemia.
Por
los trabajadores de todos los Centros y Servicios Sanitarios y todos los
servicios públicos.
Por
los Equipos de Emergencias, por los de Protección Civil y por las Fuerzas de
Seguridad del Estado
Por
los Equipos de Pastoral de la Salud y por los voluntarios.
Por
las personas de riesgo: niños, mayores y enfermos crónicos.
Por
los padres, madres, abuelos y educadores.
Por los que están viviendo esta situación de emergencia en
soledad.
Por
quienes carecen de hogar o de lo imprescindible para vivir.
Por
las diversas autoridades públicas.
Por
los sacerdotes, los Monasterios de vida contemplativa y la vida consagrada, que
con su oración y entrega siguen dando esperanza a todos los ciudadanos.
Y
proponemos que, como conclusión del Ángelus, digamos juntos estos días y a esa
hora la oración del Papa Francisco:
Oh María, Tú resplandeces siempre
en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos
encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al
dolor de Jesús manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación de todos los pueblos,
sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en
Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento
de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a
conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha
tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores
para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.
Bajo
tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las
súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡Oh Virgen
gloriosa y bendita! ¡Qué el Señor os bendiga, os guarde y os conceda la paz!
Madrid,
15 de marzo de 2020”.
Sin embargo, porque el obispado de Tarazona no se hico eco o
por razones que ignoramos, en Borja no sonaron las campanas. Afortunadamente, desde
las torres de Santa María pudo escucharse, como todos los días, el toque
tradicional del Ángelus, una práctica devota que, como hemos recordado en
muchas ocasiones, fue difundida en la Iglesia por un Papa Borja, Calixto III.
La oración incluida en la nota anterior puede servirnos a
todos para que, cada mediodía, dirijamos nuestras oraciones a la Virgen de la
Peana, con la esperanza de que el primer domingo de mayo podamos celebrar su
fiesta, superada la crisis.
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