Tan pronto como publicamos el artículo acerca del busto de D. Juan Molina García que habíamos fotografiado en el patio del centro escolar “María Domínguez” de Gallur, D. Antonio Miguel Sierra Ferrández nos remitió imágenes y algunos datos sobre este destacado maestro al que se le tributó ese homenaje, en forma de monumento del que, sin embargo, seguimos sin conocer el nombre del escultor.
Antonio
Miguel nos ha enviado esta fotografía en la que aparece el maestro, rodeado por
un nutrido grupo de alumnos. Hasta 200 niños de diferentes edades llegó a
atender en un local que, como nos comenta, estaba muy mal acondicionado.
A
pesar de ello, D. Juan desarrolló una ingente labor, logrando que todos sus
alumnos lograran un cierto nivel cultural, a pesar de que muchos de ellos
debían abandonar pronto la escuela para ayudar a sus padres en las faenas del
campo.
Nos
dice que ejerció su profesión en Gallur durante 26 años, aunque no conocemos
los años en los que transcurrió su estancia en esa localidad, ni sus datos
personales. Revisando antiguas publicaciones, hemos encontrado que, en un
ejemplar de El Magisterio Español, de
28 de septiembre de 1904, se le cita como maestro de Gallur.
En
1917, en la Gazeta de Madrid, se
notifica su ascenso a la categoría a la que correspondía un sueldo de 1.375
pesetas (una de las más bajas), aunque ese mismo año se presentó a las
oposiciones para ascender a la categoría de 3.000 pesetas. En 1921, se le
reconoce un sueldo de 3.500 que era el
que correspondía a la 6ª categoría del escalafón (la cuantía había ido
modificándose en el transcurso del tiempo). Finalmente, hemos encontrado que,
en 1927, le fue adjudicada, con carácter provisional, la graduada de Vitoria.
En la resolución se indica que estaba destinado en Gallur desde el 2 de octubre
de 1903.
De ser correctos los datos
encontrados, fueron 24 años los que ejerció en Gallur y su huella fue tan
profunda que, en 1948, cuando habían transcurrido ya 20 años desde su marcha,
un nutrido grupo de sus antiguos alumnos manifestaron al Ayuntamiento de Gallur
su deseo de rendirle un homenaje.
Por diversas circunstancias se
retrasó hasta 1954, cuando fue descubierto el busto al que nos venimos
refiriendo que fue adquirido por suscripción popular. En el archivo municipal
se conservan cartas de los que apoyaron la iniciativa. En una de ellas, que nos
transcribe Antonio Miguel, se decía:
“…. Creo que es un gesto muy noble
rendir tributo de admiración al hombre infatigable que se entregó con pasión a
la ingente tarea de preparar a los hombres del mañana, para que fueran útiles a
la sociedad y a sí mismos; habiendo conseguido indiscutiblemente éxitos. Gallur
ha visto durante muchos años el enorme esfuerzo de este insigne pedagogo
y al homenajearle realiza un acto de justicia”.
Fue el 3
de enero de 1954 cuando se inauguró el busto que había sido colocado en la plaza que
llevaba el nombre de D. Juan Molina, al igual que el grupo escolar construido
después de la guerra, pues el anterior fue destruido por la aviación
republicana en un terrible bombardeo que alcanzó a los niños que estaban en
clase, así como a las casas de los maestros y a otras de la población. Fue un
día de luto para Gallur, por los muertos y heridos ocasionados en este terrible
suceso al que ya dedicamos un artículo. La plaza quedó integrada en el patio
del colegio, mientras el nombre de éste fue reemplazado por el de Dª. María
Domínguez (que no era maestra).
Los actos se iniciaron con una Misa
en la iglesia parroquial, a la que asistieron sus hijos Juan e Isaac. Nada se
dice de la presencia de D. Juan por lo que es probable que ya hubiera
fallecido.
Después todos se trasladaron al
lugar en el que se había levantado el monumento donde las autoridades
pronunciaron sus alocuciones sobre una improvisada tribuna que, a la vista de
la imagen, parece ser un remolque de tractor. Luego, el Ayuntamiento ofreció un
almuerzo en la Casa Consistorial.
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