Entre las intervenciones llevadas a cabo en Ruesta, por el arquitecto D. Sergio Sebastián Franco y su equipo, que han merecido el Premio Hispania Nostra, se encuentra la rehabilitación de dos ermitas. Una de ellas es la llevada a cabo en la ermita de San Sebastián, que puede llamar la atención por la forma en que ha sido resuelta.
Para
comprenderla hay que recordar el estado en el que se encontraba la ermita.
Arruinada, poco a poco, en 2001 el Gobierno de Aragón protegió lo que quedaba
de ella con una cubierta metálica.
Para
el arquitecto, la rehabilitación constituía un reto importante, dado que a
partir de un monumento que se había convertido en “una ruina un poco insolente”,
como la calificaba Sergio Sebastián, había que recuperar su volumen.
Ello
se ha logrado utilizando un lenguaje
arquitectónico que confiere a la fachada un sorprendente protagonismo. En un
reportaje, publicado en Viajes National
Geographic, se dice que es una auténtica obra de arte contemporánea y
abstracta, compuesta por una serie de piezas realizadas con tecnología 3D que
llegan a reproducir unos mechinales que aparecen en el ábside. “Hemos vuelto
poroso y ligero el muro, para que se vea que, en el fondo, esto ya no es una
ermita, sino otra cosa”.
En el interior, destaca el ábside del que fueron retiradas
las pinturas murales románicas que, actualmente, constituyen uno de los
principales atractivos del Museo Diocesano de Jaca que, como es sabido, tiene
una de las mejores colecciones españolas de arte románico.
Una de sus salas está presidida por esas pinturas del ábside de San Juan de Ruesta, con ese magnífico Pantocrátor que al ser restaurado deparó la sorpresa de encontrar, bajo el rostro de Cristo en majestad, otro realizado por un artista anterior que, en gran medida, se ha convertido en un icono del museo.
Porque, efectivamente, esa faz de Cristo pintada por un
anónimo pintor sorprende por su “modernidad”, hasta el punto de que muchos
autores han visto en ella notables paralelismos con el cubismo y, en concreto,
con algunas de las obras de Picasso. Pero, en el Arte, los gustos son
cambiantes y, en un momento determinado, se pintó sobre ella la cara que llegó
hasta nuestros tiempos.
En estas fotografías se pueden ver las grandes vejas de
acero que, cuando se cierran, cortan el acceso a la mayor parte de la nave,
delimitando un estrecho corredor desde la portada siempre abierta, para
permitir el acceso al interior a los peregrinos, con el fin de que pueden
guarecerse en caso de mal tiempo o descansar un rato.
La otra ermita rehabilitada ha sido la de San Jacobo o
Santiago en la que se ha llevado a cabo una restauración integral, acompañada
de un estudio arqueológico previo que ha permitido documentar la dilatada
historia de este monumento.
Este era el estado en el que se encontraba antes de la
intervención. Llamamos la atención sobre la acumulación de tierra en el muro
lateral y en encalado de los paramentos interiores.
Fue el pasado año cuando se efectuaron los trabajos arqueológicos
que depararon interesantes hallazgos como los restos del ábside semicircular de
la primera iglesia erigida en este lugar, un pequeño templo románica edificado
en 1055, con cubierta de madera. En 1087, Sancho Ramírez la donó a la abadía
francesa de la Sauve-Majeure y fue objeto de una notable ampliación.
En tiempos de Alfonso I, el monasterio había experimentado
un notable crecimiento y fue entonces cuando la cubierta fue reemplazada por
una bóveda de medio cañón y se eliminó el ábside semicircular, dotando al
templo de un testero recto. Adosado a él se construyó un claustro del que, en
la excavación, han aparecido los cimientos de una de sus pandas.
Todavía hubo una nueva ampliación, a los pies del templo,
que se ve muy bien en la fotografía aérea de la CHE. Estaba destinada a alojar
a los peregrinos que por allí pasaba y, en este caso, se optó por una cubierta
de madera, como pueden verse en esta otra imagen.
En el interior, pueden contemplarse varias laudas
sepulcrales y otras piezas encontradas en las excavaciones, como lo que
probablemente fuera una ménsula, bien de la primera iglesia o del claustro del
monasterio.
Queremos recordar que el retablo de la ermita, se puede
contemplar ahora en el Museo Diocesano de Jaca, tras su restauración. Realizado
sobre tabla, en el siglo XVI, por un autor desconocido, en la calle central
está representado Santiago Apóstol. Le flanquean a la derecha en Evangelista
San Marcos y a la izquierda el Patrón de Aragón San Jorge. Existe el propósito
de colocar una reproducción fotográfica del mismo en la ermita.
Terminamos
nuestro recorrido por la portada de acceso que, en lugar de puerta, ha sido
dotada de esta original verja o celosía en acero inoxidable, que permite la contemplación
del interior del templo.
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