lunes, 25 de octubre de 2021

Visita al interior de la Torre de las Aguas del Besós

         Finalizado el acto de descubrimiento de la placa acreditativa del Premio Europa Nostra concedido a la rehabilitación de la Torre de las Aguas del Besós, en Barcelona, el Presidente del Centro de Estudios Borjanos tuvo el privilegio de visitar el interior de la torre, acompañado por los arquitectos D. Antoni Vilanova y D. Eduard Simó, responsables de su restauración. Participaron también en esta especial visita D. Jaime Suñer y Dª. María Jesús Gracia.


         Aunque ya hemos aludida a ella en anteriores ocasiones, conviene recordar que esta espectacular torre de 51 metros de altura, construida a finales del siglo XIX por el arquitecto Pere Falqués, con el propósito de suministrar agua potable a Barcelona, captándola del río Besós y elevándola al depósito de 30 metros cúbicos situado en la parte superior de la torre. En el proyecto estaba previsto construir un segundo depósito, elevando la torre hasta los 80 metros. No llegó a realizarse y el remate de la torre, entre los 40 metros en los que se encuentra el depósito y los 51 de su cota máxima fueron ultimados en 1888, con ocasión de la Exposición Universal de 1888, para servir de soporte al rótulo de la compañía.

         Desgraciadamente, la salinización de las aguas dio al traste con la finalidad prevista, llegando a ocasionar la muerte trágica de su promotor. Posteriormente esas aguas, ya inadecuadas para la bebida, sirvieron para el complejo metalúrgico que surgió en su entorno.


         A la torre se accede por la antigua “Casa de Válvulas” adosada a ella y también restaurada. En realidad se trata de la casa en la que estaban instaladas las bombas para la elevación de las aguas procedentes de dos grandes pozos de captación, comunicados por una galería.



         Nada más traspasar la puerta de acceso, enmarcada en chapas de acero corten, se accede a la zona de recepción y a un espacio de trabajo cuyas mesas ofrecen información sobre el edificio y pueden ser retiradas para crear una zona diáfana en la que poder realizar otro tipo de actos.




         Allí ha sido instalada la obra del artista alemán Blinky Palermo (1943-1977), realizada en acero, vidrio y pintura al óleo, presentada en la Bienal de Venecia de 1976 y que, antes de su definitiva ubicación en este lugar, estuvo en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona y en otra exposición de la Bienal de Venecia (2009).

         Simboliza los cuatro puntos cardinales, por medio de diferentes colores y la forma en la que puede contemplarse ahora se ve favorecida por la luz cenital procedente de una claraboya existente en la cubierta. Algo casual pero muy acertado, al igual que la forma en la que los arquitectos han resuelto la instalación.



         En la parte superior llama la atención lo que parece un reloj y no lo es, dado que se trata del indicador de llenado del depósito que se encontraba visible en el exterior de la torre. Al otro lado, en una entreplanta se ha situado el Arxiu Històric del Poblenou.


         La obra de la torre, enteramente realizada en ladrillo, sorprende por la belleza de sus formas y su acertada ejecución. Dispone de una escalera en caracol con 303 escalones, por las que se puede acceder hasta la parte superior.




         Sin embargo, nuestra primera parada se efectuó en el sótano, donde D. Antoni Vilanova nos explicó con la ayuda de los paneles allí instalados, el funcionamiento de la torre, las características del proyecto inicial y de la acería a la que después sirvió. Una maqueta animada permite conocer el funcionamiento de las bombas que permitían la elevación de las aguas.


         Allí también se encuentra un elemento simbólico como es la bandera republicana que cada 14 de abril izaban en lo alto de la torre los obreros de la acería. Tanto el mástil como la bandera son los originales.



         Desde allí iniciamos el penoso ascenso rodeando el eje central de la torre, un espacio circular que, originalmente, estaba prácticamente ocupado por los conductos para la elevación y distribución de las aguas, de los que se han dejado las abrazaderas que los fijaban.




         Con detenciones en varios niveles, pudimos llegar al gran depósito donde un audiovisual, junto con el sonido del agua al caer, proporciona una sensación de gran realismo.



         Aunque existe una escalera para acceder a la plataforma superior, circundando el contorno de la torre, por motivo de seguridad no es accesible al público y, en su lugar, se ha instalado otra en el interior, por la que llegamos hasta arriba, aunque pudimos asomarnos a la otra y comprobar la sensación de vértigo que provoca, a pesar de lo cual aún nos atrevimos a realizar alguna foto.





         Pero, con mucha mayor tranquilidad, pudimos disfrutar arriba de las magníficas panorámicas que se contemplan de la ciudad. En el remate de la torre, una cámara las ofrece también en tiempo real a quienes no puedan acceder hasta allí.

         Nosotros lo logramos y es de agradecer la amabilidad dispensada por ambos arquitectos en el transcurso del recorrido y toda la información que nos facilitaron, convirtiendo la visita en una experiencia inolvidable.













 

No hay comentarios:

Publicar un comentario