La editorial Prames, en su colección “Temas”, ha publicado recientemente la obra de Carlos Garcés Manau que lleva por título Las brujas y la condesa. Cazas de mujeres en Épila y Almonacid y las brujas de Trasmoz, que hemos incorporado a nuestros fondos.
El autor que, con anterioridad, ya se
había ocupado del tema de la brujería en otra de sus obras, ofrece en el libro
que nos ocupa un detallado estudio sobre los casos que tuvieron lugar en los
estados del conde de Aranda y, de manera especial, acerca de los procesos
incoados entre 1629 y 1634 a cuatro mujeres acusadas de brujería, condenadas a
muerte por el conde.
Para ello se ha servido de la documentación
que, sobre esos procesos, se conserva en Burdeos, Lérida y Zaragoza y en los
que se detalla todo los acaecido en relación con Isabel Alcaide en 1629; Isabel
Felipe y Ana Marco en 1631; y Ana Marco en 1634.
Lo llamativo de estos casos es que se
suscitan en una época tardía, cuando la persecución contra la brujería ya no
tenía la importancia del pasado y, sobre todo, porque no son los tribunales de
la Inquisición quienes se encargan de sustanciar los procedimientos, sino que
es el propio conde quien los impulsa e, incluso, llega a participar activamente
en el desarrollo de los mismos.
Estos son los capítulos en los que se
estructura el libro, de 414 páginas con numerosas ilustraciones: “Ascenso y
caída de un linaje. Los Ximénez de Urrea”; “Antonio Ximénez de Urrea y Luisa de
Padilla. Quintos condes de Aranda”; “Los años brujos. Tortura y muerte en el
castillo”; “La condesa escritora”; “La última bruja y el último Ximénez de
Urrea”; “El gran conde y la crisis final”; “Las brujas del condado hoy”.
Como puede apreciarse, junto con los
truculentos detalles referidos a los procesos, la obra trata también sobre el
linaje de los Ximénez de Urrea, titulares del condado que, posteriormente pasó
a poder de D. Pedro Pablo Abarca de Bolea, el conde de Aranda de mayor relevancia
política. Aborda, asimismo la figura de Dª. Luisa de Padilla, la esposa del
conde que protagonizó la más dura etapa de represión, la cual destacó como
notable escritora y, en gran medida, contribuyó a desmontar los orígenes
míticos de los Ximénez de Urrea.
Uno de los capítulos está dedicado,
como hemos señalado, a la condena y ejecución por ahorcamiento de María
Vizcarreta, en 1651, posiblemente la última bruja ejecutada en España donde la
Inquisición se había desentendido de esos casos, por considerar que eran fruto
de trastornos psiquiátricos y no de intervenciones diabólicas.
Como coda final se incluye un capítulo que
pretende presentar algunos casos relativamente recientes ocurridos en
poblaciones que formaron parte del condado. Entre ellos se menciona el que fue
objeto de una comunicación presentada por Jesús Ángel Pérez Casas y Manuel Ballarín
Aured al I Congreso de Brujología organizado, en 1979, por los Centros de Estudios
de Tarazona y Borja.
Pero, como no podía ser menos, también
dedica especial atención al caso de Trasmoz, reproduciendo las cartas en las
que Gustavo Adolfo Bécquer se refirió al mismo, para deleite de sus lectores.
Sobre esta cuestión hay que señalar, en primer lugar, que las fuentes
utilizadas por el escritor son las informaciones orales facilitadas por un
pastor. Las referidas a los orígenes del castillo no son sino una fabulación
legendaria. En cuanto a los supuestos casos de brujería cabe señalar que en el
siglo XIX no se perseguían, por lo que no existe ningún procedimiento judicial
relacionado con ellos. Que la existencia de la Tía Casca fue real no ha sido
puesta en duda por los investigadores, alguno de los cuales ha estudiado
incluso su genealogía. Pero su muerte, si ocurrió tal como la relató Bécquer,
hay que atribuirla a la superstición e ignorancia y no a la acción de las
autoridades. El incluir este caso en el libro obedece al hecho de que Trasmoz
formó parte del condado de Aranda y a que la localidad ha hecho de la brujería
su principal reclamo turístico.
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