Desaparecidos los pinares del Santuario de Misericordia que eran lugar de esparcimiento habitual y pulmón natural para los habitantes de Borja, nos quedan los bosques del Parque Natural “Dehesa del Moncayo” que, aunque muchos lo desconozcan, tiene importantes vínculos históricos con nuestra ciudad.
El sábado estuvimos allí. Hacía un día
precioso y no había demasiados visitantes. Algunos más de lo habitual, en busca
de setas que escaseaban debido a la sequía que estamos padeciendo. Nuestros acompañantes
tenían especial interés en volver al hayedo que habían conocido hace años y que
tan favorable impresión les causó.
Estaba precioso y, junto con el
espectáculo que ofrecen esos hermosos árboles que son las hayas, los arroyos
que lo surcan, entre las hojas caídas, a pesar de que aún no se manifestaba el
Otoño en todo su esplendor, ofrecían una visión idílica de un bosque casi mágico.
Pero las posibilidades que ofrece el Moncayo
para pasear, adentrándose en los numerosos senderos que lo atraviesan son
enormes, sobre todo cuando se conocen bien. En este sentido, recordamos con
nostalgia los recorridos efectuados en el pasado con Enrique Lacleta, un buen
conocedor de la zona, que la considera como una fuente de salud.
Después llegamos hasta la fuente del Sacristán, donde encontramos grandes árboles caídos, algunos en fechas muy recientes; otros quizás por efecto de las últimas nevadas. Al monumento que allí existe, dedicado a la Guardería Forestal, le dedicamos otro artículo.
Allí vimos el espacio cubierto con
mesas, para poder comer resguardados de las inclemencias del tiempo, de
características iguales a los instalados en otros puntos del parque. Al lado
uno de los antiguos refugios que también hay en varias zonas y, en cuyo
interior, se prohíbe ahora encender fuego, a pesar de que, en su origen estaban
dotados de un hogar con chimenea.
Nuestra ignorancia sobre las posibilidades
que ofrece el monte es muy grande y, en la fuente, nos enteramos por medio del
cartel allí colocado de la existencia del Hayedo de Peña Roya, que no conocíamos
y nos gustaría retratar otro día.
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