D. Manuel Lombao Lombao ha tenido la amabilidad de donarnos, con una amable dedicatoria la obra De profundis que acaba de publicar el ilustre periodista D. Manuel Silva García, del que fue compañero en el Seminario de Lugo, y para el que ha escrito el prólogo, que el autor califica como “manifiestamente inmejorable”.
Manuel Silva que, desde 1975, está
vinculado a la Agencia EFE, de la que fue Delegado en el País Vasco y en
Navarra, habiendo desempeñado importantes cometidos en la Agencia. Pero,
además, de ser Licenciado en Ciencias de la Información es Diplomado en Estudios
Eclesiásticos y ello marca el contenido de esta obra, desde el propio título (De
profundis), tomado del salmo 130 que, además, como recuerda el autor fue
elegido por Oscar Wilde para la epístola que escribió desde la cárcel a su
amante Lord Alfred Douglas.
Estructurado en tres partes, la primera
de las cuales lleva por título “El silencio de Dios”, seguida por la que
denomina “De re varia” en la que incluye dos textos en gallego (nació en
Moldes-Melide) y una silva. Seis sonetos y siete silvas constituyen el “Postre
poético” de la tercera parte de este libro que culmina con un epílogo dedicado
a su mujer, su hija, su yerno y sus nietos. Hay que destacar que está casado
con una importante periodista, nacida en Gallur, Dª. Pilar Zaragüeta Barrachina,
a la que dedicaremos otro artículo junto con su hermano el también periodista
Iñaki y gallurano como ella, al que incluimos en nuestro Diccionario
Biográfico.
La obra nos ha impresionado vivamente,
sobre todo porque refleja los sentimientos de un hombre con profunda vocación
de trascendencia que se interroga sobre algunas de las cuestiones que más sentimientos
encontrados despiertan en todos aquellos que son capaces de reflexionar por
encima de las vulgaridades cotidianas que ofuscan nuestros sentidos.
El problema del mal y su presencia en
el mundo es algo que muchos han considerado incompatible con la existencia de
un Dios que nos ama y que, sin embargo, lo permite. No en vano, la obra incluye
en primer lugar una carta a Dios Padre, en la que con una serie de ejemplos
desgarradores le interroga sobre esa cuestión. Es también capaz de escribir la
hipotética respuesta de ese Dios en la que, lo que explica sobre la libertad humana,
podría ser firmado por cualquier teólogo ortodoxo, aunque discrepara sobre otros
aspectos de esa singular carta.
Manuel Silva se identifica en
determinados momentos en ese Job, para desde lo más profundo de su alma
dirigirse a Dios clamando ante el dolor y la injusticia. Job sufre desde un
punto de vista incomprensible, dado que su vida virtuosa hasta entonces, no lo
hacían acreedor a todo lo que inesperadamente le ocurrió. Pero, como nos cuenta
la Biblia, Job soportó con resignación su sufrimiento y se vio recompensado con
más bienes de los que había sido desposeídos.
Como nos recuerda el autor, el Libro de
Job es el primero del Antiguo Testamento en el que se muestra, de manera
explícita, la existencia de un mundo ulterior a la muerte en el que triunfa la
Justicia.
Desde la serenidad o en momentos difíciles
con el corazón desgarrado fueron fue surgiendo el contenido de esta obra que
nos invita a reflexionar. A Manuel Silva debemos agradecer la sinceridad de sus
planteamientos, expresándole nuestro sincero deseo de que ese Dios de Misericordia
que sigue latiendo en su interior, le conceda como a su alter ego Job la dicha y
la felicidad que ansía.
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