Para quienes hemos conocido Gañarul aún en pie, con casas todavía habitadas en torno a lo que, antaño, fue el “palacio” de los señores de lo que fue una pardina o coto redondo, incorporado más tarde al término municipal de Agón, nos causa profunda tristeza comprobar el estado de ruina en el que se encuentra todo, salvo la ermita, afortunadamente salvada.
Cuando, hace ya años, visitamos por vez primera ese lugar, eran
muy pocas las casas aún habitadas, pero el resto se mantenía en pie, aunque ya
habían comenzado a ser objeto de saqueo, por parte de los amigos de lo ajeno,
algo de lo que no se libró ni la propia ermita, de la que un individuo de
Magallón se llevó la lauda de la tumba que allí existía (tras saquear los restos
de quienes reposaban en ella) y que hoy se encuentra en Tudela.
Cuando el pasado sábado estuvimos allí,
nos embargó una profunda tristeza al ver el estado en el que se encontraba el
principal edificio del lugar, así como sus edificios anexos, bodega y almacén
de aceite.
Y el panorama de las restantes casas no
era mucho mejor, prácticamente desaparecidas con los escombros cubriendo las calles
por las que antes circulábamos y esas puertas desgarradas que se abren a la
nada.
Dentro de poco no quedará nada, salvo la
impresionante carrasca que es uno de los árboles más bonitos de la zona, aunque
no estamos seguros de que sucumba como consecuencia de esa pulsión arboricida
que embarga a no pocas personas.
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