El Cinto de Borja es una zona especialmente delicada, desde el punto de vista arqueológico, dado que fue la antigua alcazaba musulmán y, posteriormente, la judería. Allí se han efectuado descubrimientos importantes, como la inscripción hebraica conservada en el Museo Arqueológico e inventariada por el Gobierno de Aragón.
Conocemos documentalmente la existencia
de la sinagoga y de un gran aljibe pero, en cualquier momento, pueden aparecer
restos de interés. De ahí que exista cierta expectación ante el anuncio de la
realización de obras de renovación del pavimento y de las redes de ese sector,
dato que las obligatorias catas previas y el seguimiento arqueológico
ineludible de dichas obras puede ofrecer hallazgos significativos.
Pero, también es necesario un
seguimiento de las obras realizadas por particulares ya que, integrados en los
edificios del Cinto hay restos arqueológicos de interés. Ese era el caso de un
medianil, del que nos hemos ocupado en ocasiones anteriores, en el que podía
verse una columna con varios tambores cilíndricos y un capitel de
características similares a los que aparecen en el propio cinto y en otros lugares
del casco antiguo.
Pero, la singularidad del caso que
comentamos es que esa columna se apoyaba en otra similar, parcialmente oculta
en la parte inferior. Es algo que sorprendía a los investigadores que parecían
decantarse con la posibilidad de que fueran elementos reaprovechados de otro
edificio antiguo del Cinto.
Pero, al visitar el pasado fin de
semana el Cinto, con el grupo de arquitectos que han estado en nuestra ciudad,
nos encontramos con la sorpresa de que ese medianil ha sido enlucido, quedando
resaltada la columna superior, mientras que la inferior, ha sido recubierta
como se aprecia muy bien en la última imagen.
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