En la plaza del Mercado de Borja se alza un gran edificio que pertenece a la familia Otero Navascués desde hace varias generaciones. El mal estado en el que se encuentra ha hecho temer la desaparición del que, sin duda, es uno de los más importantes palacios borjanos. Sin embargo, muy pronto la situación va a experimentar un cambio radical que va a conducir a la completa recuperación de este edificio. Es por ello que nos ha parecido oportuno dar a conocer algunos datos sobre su historia.
En ese lugar se encontraba la casa de
los Bauluz, una distinguida familia borjana de la que, posteriormente, una de sus
ramas pasó a establecerse en Magallón. El edificio fue aportado como dote de
Jerónima Bauluz cuando contrajo matrimonio con Antonio Miguel Fernández de
Heredia, perteneciente a otra importante familia de nuestra ciudad que se
consideraba emparentada con frey Juan Fernández de Heredia, Gran Maestre de la
Orden de San Juan de Jerusalén en 1377.
Este matrimonio fue quien, en 1685,
donó un retablo para la imagen del Santo Cristo de la ermita del Calvario,
desmontado hace algunos años y del que se conservan sus columnas en el Museo de
la Colegiata.
De esa unión nació en 1696 (bautizado
el 13 de mayo) Miguel Fernández de Heredia y Bauluz que se casó el 30 de
noviembre de 1733 con Agustina Castillo Esmir, nacida en 1701. D. Miguel era
Regidor Perpetuo de la ciudad de Borja y residía también en la casa de la plaza
del Mercado.
Del matrimonio nació, en 1734, Ramona Fernández de Heredia y
Esmir, bautizada el 28 de noviembre de 1734 y que, el 21 de julio de 1756,
contrajo matrimonio con D. Fermín Ferrández de Navascués, natural de Magallón,
al que recientemente hicimos referencia al tratar del escudo que coronaba el
retablo de la iglesia parroquial de San Bartolomé de Borja que había donado.
Fue D. Fermín Ferrández de Navascués
quien decidió levantar, en el solar donde se hallaba la antigua casa familiar
de los Bauluz y, posteriormente, de los Fernández de Heredia, un nuevo palacio
de considerables dimensiones dado que ocupa toda una manzana entre las actuales
calles de Coloma y San Bartolomé. Ello implicó derribar el edificio anterior, dado
que el nuevo respondía a un diseño en el que, sin duda, tuvo que intervenir un
arquitecto de prestigio. Cabría pensar en alguno, pero por el momento no
disponemos de datos suficientes.
Lo que sí sabemos es que la casa de sólidos cimientos no pudo verla terminada y fue su hijo Atilano quien la concluyó mucho después del fallecimiento de D. Fermín en 1782.
Sabemos que, durante la Guerra de la Independencia
continuaban las obras y que el 13 de octubre de 1811, cuando las fuerzas de D.
Joaquín Durán atacaron a la guarnición francesa del fuerte de Capuchinos, se
encontraron una gran resistencia y la dificultad del foso que rodeaba al
antiguo convento transformado en fuerte. Por ello, decidieron retirar los andamios
y toda la madera que se estaba empleando en las obras de esa casa de la plaza
del Mercado para construir unos puentes que salvaran el obstáculo del foso.
D. Atilano tuvo otros hermanos; la mayor
era Francisca que se casó en Cintruénigo con D. Mariano de Aysa; Máximo y Felipe
que fueron prebendados de la colegiata de Santa María de Borja y Vicente e
Hilario, ambos militares que murieron solteros.
La relación con Cintruénigo de la
familia fue muy estrecha pues Atilano también se casó en esa localidad con Dª.
Antonia de Echeverría y Ligués, el 30 de mayo de 1790. Allí nació su único hijo
varón, Benito Ferrández de Echeverría que fue Diputado por la circunscripción
de Borja y heredero de una cuantiosa fortuna. Murió soltero y en su testamento
dejó una cantidad para que fuera ampliada la iglesia parroquial de Cintruénigo
con la curiosa cláusula de que el resto de la herencia sería para aquel sobrino
que asumiera la realización de esas obras.
Cumplió esa condición D. Nicasio de
Navascués y Aysa (1827-1885), hijo de su prima hermana Dª. Ramona Aysa y
Ferrández. Casado con Dª. Cayetana de la Sota y Fernández de Navarrate, también
fue Diputado por Borja. Cuando falleció, sus restos fueron trasladados a Borja,
siendo sepultados en la capilla de Ntra. Sra. de las Angustias que la familia
tenía en la antigua colegiata.
Fue el abuelo de D. José María Otero Navascués,
Presidente de la Junta de Energía Nuclear y uno de los grandes científicos
españoles del siglo XX que había heredado el título de marqués de Hermosilla
tras el fallecimiento de su hermano mayor Julio. Este último que murió soltero y era Capitán de la
Marina Mercante, solía pasar en Borja algunas temporadas, en compañía de su
hermana Delia que era quien utilizaba habitualmente el palacio de la plaza del
Mercado que, tras diversos avatares, vuelve a estar de actualidad ante la
posibilidad de que vuelva a recuperar todo su esplendor, algo que deseamos fervientemente.
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