martes, 7 de diciembre de 2021

Castillo de Monzón

 

         Entre los castillos aragoneses destaca el de Monzón por su importancia histórica. Precisamente ayer, Heraldo de Aragón, le dedicaba un reportaje. La postal de la serie que estamos recordando ofrece una imagen muy diferente de la realidad actual, dado que el castillo ha sido objeto de diversas restauraciones que han de continuar en el futuro.


         Situada en un altozano que domina el casco urbano de la ciudad de Monzón, es una fortaleza de origen musulmán que fue reconquistada por Sancho Ramírez en 1089. Fue en 1143 cuando, tras la muerte de Alfonso I el Batallador, fue cedido a la Orden del Temple que mejoró notablemente sus defensas y lo convirtió en cabecera de una de sus principales encomiendas.



Esta fortaleza inexpugnable fue el lugar elegido para mantener al rey Jaime I durante su minoría de edad, bajo la tutela de Guillermo de Montredón, lo que es recordado en las recreaciones históricas que conceden especial importancia a la vinculación del castillo con la Orden del Temple, aunque los templarios tan solo estuvieron en él durante 150 años, dado que tras la disolución de la orden en 1309, fue asaltado por Jaime II para desalojar a los caballeros que se habían hecho fuertes allí. Ese monarca lo cedió en 1317 a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén que lo ocuparon durante un período mucho más dilatado.


         Su estratégica posición hizo que fuera objeto de atención en los diferentes conflictos que se sucedieron, desde la guerra de los segadores, en el siglo XVII, hasta la de la Independencia en la que fue ocupado por los franceses.



         Pero, a diferencia de otros castillos, siguió conservando su interés militar durante el siglo XIX, contando con una guarnición permanente y piezas de artillería. De hecho, en la actualidad sigue siendo propiedad del Estado.


         Como hemos mencionado, ha sido objeto de restauraciones en diversas etapas y, actualmente, puede visitarse su interior en el que destaca, entre otras dependencias, la sala capitular donde se celebraron Cortes en varias ocasiones.



         Unida a la anterior por un arco, se encuentra la torre del homenaje, último reducto del castillo. Otra de las torres lleva el nombre de Jaime I ya que, supuestamente, fue en ella donde estuvo alojado el joven monarca.



         Muy interesante es la iglesia de San Nicolás donde se ha instalado un Centro de Interpretación de la Orden del Temple, aunque sus problemas estructurales obligaron a cerrarlo en algunos períodos. Hay otros puntos de interés que no podemos mencionar en esta breve síntesis.

         Tampoco queremos detenernos en la polémica suscitada por la presencia de la imagen del Sagrado Corazón que fue colocada en los años 50 del pasado siglo sobre la mina o dependencia que sirvió de polvorín y cuya retirada solicitan diversos colectivos, aduciendo el peligro que representa para una construcción con la que nada tiene que ver, mientras que otros defienden su mantenimiento.





         Lo que es indudable es que el castillo se ha convertido en uno de los principales recursos turísticos de la ciudad y eje de las recreaciones centradas, fundamentalmente, en la presencia templaria y, también, en la toma de la fortaleza por Jaime II.











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