Cuando
el 19 de febrero pasado publicamos el tercero de los artículos dedicados al
Patrimonio Artístico de Magallón, decíamos lo siguiente:
“Magallón, al igual que
ocurrió en Borja, gozó de una gran prosperidad económica durante el siglo XVI y
los primeros años del XVII. Un reflejo de esta situación lo constituyen los
numerosos ejemplos de edificios levantados en esa época, algunos de los cuales
han llegado hasta nuestros días, aunque en muchos casos su estado de
conservación dista mucho de ser el adecuado para la importancia de estos
testimonios, sobre todo teniendo en cuenta que se han derribado algunos de
ellos y otros se encuentran en grave
riesgo de desaparecer”.
“Uno de ellos es el situado
en la calle de Goya nº 16 que, a
pesar de su deterioro, mantiene sus características fundamentales con su
arquería superior, de vanos doblados y de reducido tamaño. Aún se advierte el
arco de medio punto que albergaba la portada original”.
Lamentablemente, ese
edificio ya no existe. Ha sido derribado recientemente, sin que se hayan
adoptado medidas para proteger, al menos, su fachada. Justificar esta actuación
por el hecho de que se levantará de nuevo “con las mismas características” no
deja de ser un sarcasmo. Desgraciadamente, no es el único caso similar en esa
localidad que, paulatinamente, ha visto desaparecer o alterar sustancialmente
varios de los edificios que formaban parte de su rico patrimonio arquitectónico.
En su momento, había
sido incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Interés
Histórico Artístico que elaboró el Ministerio de Cultura en 1979. Pero, desde
entonces, los dos únicos monumentos de Magallón
que gozan de protección específica son la iglesia de Santa María de
Huerta, declarada Bien de Interés Cultural por Real Decreto de 22 de diciembre
de 1982, y la “torre” a la que el
Gobierno de Aragón, por una Orden de 17 de abril de 2006, otorgó la misma
declaración, como “zona arqueológica”, aunque no hemos llegado a saber si se
refería al torreón islámico situado cerca del casco urbano o a la torre de la
iglesia parroquial de San Lorenzo que, a pesar de su importancia como ejemplar
representativo de las iglesias de planta de salón, no ha sido objeto de
protección específica. Por otra parte, ignoramos si todos estos elementos se
contemplan en el planeamiento urbanístico de la localidad. Disponemos del texto
refundido de la adaptación de las Normas Subsidiarias a Plan General de
Ordenación Urbana, elaborado en 2002 por el arquitecto D. Luis Martínez García,
y no hemos encontrado que, en el mismo, se incluya una relación de edificios a
proteger.
Todo ello nos obliga a
manifestar, una vez más, la necesidad de arbitrar los procedimientos necesarios
para evitar el que se sigan produciendo hechos como el que estamos comentando.
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