D.
José María Belsué Catarecha nos remitió, hace dos días, esta curiosa
fotografía, en la que puede verse a una persona sobre el chapitel de la torre
del reloj de la antigua colegiata de Santa María de Borja. En la tradición
local permaneció durante mucho tiempo el recuerdo de los “escalatorres” que, en
aquella ocasión, quedaron inmortalizados por el conocido fotógrafo Juan Mora
Insa, como queda de manifiesto por el sello en seco que apare en el ángulo
inferior derecho de la fotografía en el que se lee: “Mora”. Nos ha parecido
interesante rememorar hoy la “hazaña” de aquellos hombres que alcanzaron gran
popularidad en esa época y aportar datos concretos sobre la fotografía.
Los
“escalatorres” que estuvieron en Borja fueron D. José Puertollano y su hijo
Miguel que aparecen retratados en esta otra imagen, publicada en Heraldo de Aragón, con motivo de su
ascensión a una de las dos torres que existían, en aquellos momentos, en la
basílica del Pilar de Zaragoza, con ocasión de las fiestas en honor a la Virgen
el año 1922. Miguel era granadino de origen y, en compañía de su mujer, había
trabajado como equilibrista en el circo Feijóo. Como relató al Heraldo, encontrándose actuando en
Estepona se desató un temporal que afectó a la veleta de la iglesia parroquial
y, ante el riesgo de que desplomara, José Puertollano se ofreció para
afianzarla, lo que llevo a cabo con gran facilidad. A partir de ese momento, se
percató de que su futuro podía mejorar dando a conocer su habilidad para trepar
a los más insólitos lugares. En este nuevo cometido le acompañó su hijo Miguel
y la mayor de sus hijas, llamada Gloria, que residía en Cervera del Río Alhama,
la cual aparece también en la fotografía superior, entre su padre y su hermano.
Llevaron
a cabo numerosas exhibiciones, tanto en España como en otros países cercanos.
En esta imagen publicada el 26 de noviembre de 1917 en la revista Ilustração Portugueza los vemos sentados
en el remate de la Torre dos Clerigos de la ciudad de Oporto, desde donde
saludaron al numeroso público congregado a sus pies.
Los
escenarios elegidos no siempre eran las alturas de los templos, sino que
también actuaron en instalaciones fabriles, como en la azucarera que existía en
la avenida de Cataluña de Zaragoza, a la que corresponde la imagen en la que
uno de los Puertollanos cruza entre las dos chimeneas. Por sus habilidades,
también eran requeridos para la realización de obras “en altura”, como reponer
veletas o colocar pararrayos.
En
Aragón, estuvieron en diversas ocasiones. Además de las citadas, está
documentada su ascensión a la torre de la catedral de Huesca, con motivo de las
Fiestas de San Lorenzo, el 11 de agosto de 1923, o a la torre de la iglesia de
San Miguel de Zaragoza en 1929.
Sus
hazañas tuvieron el lógico eco en nuestra ciudad. El 29 de octubre de 1922, el
semanario Ecos del Moncayo, insertó
en su primera página un artículo, firmado con el seudónimo “Casandro” y
titulado “A la caza de emociones. Los escalatorres”, en el que se comentaba
irónicamente el espectáculo que protagonizaron en las pasadas fiestas del Pilar
de Zaragoza. Señalaba el cronista que el “todo Zaragoza” se había congregado
para asistir a la subida de un hombre, sin más ayuda que sus manos, por las
paredes exteriores de la torre. Se dijo que el ejercicio era de mérito y
peligroso, despertando el morbo y la expectación de muchos. Según Casandro,
algunos se sintieron defraudados al ver la seguridad con la que treparon por lo
que, según el improvisado reportero “los que iban dispuestos a la emoción de ver
espanzurrarse a un hombre” se fueron a sus casas comentando “vaya con los tíos
estos, cómo nos han engañado”.
Pero
lo cierto es que, cuando en 1924, fue necesario reparar la veleta de la torre
del reloj de la colegiata de Santa María de Borja, se recurrió a los
Puertollano. También en Ecos del Moncayo,
apareció una reseña sobre su presencia en nuestra ciudad, ilustrada con esta
fotografía. En la misma se informa de que, en uno de los días en que
permanecieron aquí realizando el trabajo, se tomaron dos fotografías, Una, la
publicada y la segunda la que insertamos al comienzo de este artículo. En
aquella ocasión se elogiaba cumplidamente su labor, afirmando que “cuanto
pudiera decirse del esfuerzo de estos hombres, sería nada, en comparación de
cuanto habla la prueba material que acompañamos. Proeza digna, de que una
leyenda de oro del trabajo, la dijese, sencillamente, como deben decirse las
cosas del trabajo”.
Como
información complementaria podemos señalar que el que aparece en el chapitel y
saluda con el sombrero es Miguel Puertollano, mientras que la figura de su
padre D. José se adivina en el lugar señalado con la flecha.
Al fotógrafo que tomó las imágenes, D. Juan Mora Insa,
dedicaremos un próximo artículo ya que fue otro personaje singular y con una
estrecha relación con Borja que no ha sido suficientemente resaltada en sus
biografías oficiales.
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