En
estos momentos, el Centro de Estudios Borjanos está ultimando la realización de
inventario artístico de la iglesia parroquial de Maleján que, como en el caso
de los de Purujosa y Bulbuente, corre a cargo de Alberto Aguilera Hernández y
Ramiro Adiego Sevilla.
El
templo, dedicado a la Visitación de Nuestra Señora, fue objeto de una
restauración recientemente que ha mejorado sensiblemente su aspecto. El
presbiterio de la misma se cubre con una bóveda, en forma de concha avenerada,
que, como ha documentado Alberto Aguilera, fue realizada en 1731. A lo largo
del friso situado bajo ella, fue descubierta una inscripción que, como puede
apreciarse en la fotografía superior, había quedado oculta bajo capas de cal.
Con
indudable acierto, se decidió recuperarla y éste es el aspecto que presenta, en
la actualidad, según las fotografías realizadas por Enrique Lacleta. Lo que allí se lee es: “DEO SALVIARI MEO OVIA
RESPIXIT VMI[…] S CENERATIO”. Una frase latina incompleta e incomprensible bien
porque fue mal escrita en su momento, lo que parece imposible, o porque ha sido
modificada en la restauración, por un
deficiente conocimiento del latín o porque no se comprendió el significado de
la misma y las razones de su emplazamiento en ese lugar.
Se
trata de una parte del Magnificat, el
cántico que pronunció la Virgen en el momento de saludar a su prima Santa
Isabel y que cada tarde se recita en el oficio de Vísperas. Su presencia en
esta iglesia está plenamente justificada, al estar precisamente dedicada a la
Visitación, como antes hemos comentado.
El texto latino de ese
hermoso cántico, recogido en el Evangelio de San Lucas, comienza así: “Magnificat anima mea Dominum, et
exultavit spiritus meus in Deo salutari
meo, quia respexit humilitatem ancillae suae. Ecce enim ex hoc beatam me
dicent omnes generationes…” que
puede traducirse así: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi
espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha puesto sus ojos en la humildad de su
esclava, y por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada…”, aunque la versión oficial en castellano difiere algo. Hemos
destacado en negrita las partes recuperadas de la inscripción. Al margen del
uso de la “V” por “U” que es habitual en inscripciones latinas, nuestros
lectores se percatarán de los errores que se han deslizado: “salviari” por
“salutari”; “ovia” por “quia”; “respixit” por “respexit” y “ceneratio…” por
“generatio…”.
El abandono del estudio
de las lenguas clásicas en el Bachillerato y, en muchos casos, en la
Universidad se está notando y lo malo es que ya no quedan hombres como el Prof.
Muñoz Alonso que puedan defenderlo. Aunque se trata de una anécdota muy
conocida y repetida en numerosas ocasiones, nos atrevemos a recordarla por si
alguno de nuestros jóvenes lectores se plantea el mismo interrogante que el
ministro D. José Solís cuando defendía en las Cortes, a mediados del siglo
pasado, el incremento de horas dedicadas al Deporte en los planes docentes, en
detrimento del latín y el griego, porque “¿Para qué sirve hoy el latín?” se
preguntaba, con su gracejo habitual, aquel político nacido en la localidad
cordobesa de Cabra (la antigua Egabro
de los romanos). Sin poder contenerse, Adolfo Muñoz le gritó desde su escaño:
“Entre otras cosas, para que su Señoría pueda decir que es egabrense”.
Es obvio que se ha perdido el uso de las "lenguas muertas" y que los planes docentes prefieren más músculos que neuronas (y no voy a entrar en política), pero lo que no me vale es que un restaurador, que se supone ha estudiado Historia del Arte, no se documente antes de dejar su huella, que el Paleolítico pasó hace años.
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