En
la colección Méndez-Sierra-Ojeda hemos encontrados estas dos magníficas
fotografías que, a primera vista, pueden parecer sorprendentes. En ellas se
aprecia un castillo emplazado en la plaza de España de Zaragoza, fácilmente
identificable pues, en la segunda de ellas, se ve muy bien la entrada al Tubo.
Además, a la izquierda de ambas, se aprecia el pedestal, rodeado de andamios,
del monumento a los Mártires que, actualmente, se encuentra en el centro de esa
plaza. Cabe preguntarse, por lo tanto, a qué obedecía esa llamativa
construcción en dicho lugar.
La respuesta
la hemos encontrado en un interesante artículo que, en la revista Artigrama, publicaron en 2004 las
profesoras Dª Ascensión Hernández Martínez y Dª María Pilar Poblador Muga,
dedicado a la arquitectura efímera zaragozana.
En
1904, había tomado posesión de la Alcaldía de la capital aragonesa D. Alfredo
de Ojeda y Perpiñán (1893-1910), distinguido abogado y miembro del Partido
Conservador, que contrajo matrimonio en Borja con Dª Mariana Pomares de Melgarejo
y Miralles de Imperial, siendo el bisabuelo de los actuales miembros de la
familia Ojeda.
Como
uno de los atractivos de las fiestas del Pilar de aquel año, fue programada la
construcción de un castillo en la que entonces se llamaba “plaza de la Constitución”,
con el propósito de prenderle fuego, como si fuera una falla, sirviendo de exhibición
al Cuerpo de Bomberos para realizar un simulacro de actuación en caso de
incendio.
Para
este fin, se encargó el diseño del castillo al arquitecto municipal D. Ricardo
Magdalena cuyos padres, como tantas veces hemos recordado, eran de Borja. El
resultado fue esa hermosa construcción que aparece en las fotografías,
realizado en madera y cartón piedra, que tenía una altura de 16 metros y una
superficie de 324 metros cuadrados. Estaba formado por un gran torreón de dos
cuerpos, rodeado por una muralla exterior, con otros torreones en sus ángulos y
el escudo de la ciudad en sus esquinas. Todo ello, inspirado en la corriente medievalista
que se había impuesto en aquellos momentos, bajo el influjo del arquitecto
francés Viollet-le-Duc.
Sin
embargo, el proyecto suscitó el rechazo de la opinión pública, alarmada ante
las consecuencias que pudiera tener el “incendio”. Evidentemente, Zaragoza no
era Valencia y en Heraldo de Aragón
se afirmaba que “parecerá una herejía destruirlo por un procedimiento tan
bárbaro como el fuego”. Había además otras implicaciones, pues la Real Sociedad
Económica de Amigos del País manifestó su preocupación por los daños que el
humo pudiera ocasionar en el monumento a los Mártires que se estaba ultimando
al lado mismo del castillo y también podían resultar dañados los cables de los
tranvías.
Al
final, se decidió cancelar la demostración y el castillo se utilizó únicamente
como escenario para los fuegos artificiales que, durante cinco noches, hubo en
la plaza, convirtiéndose de esta forma en uno de esos “castillos de fuego” que,
como señalaban las citadas profesoras, eran habituales en la Italia del
Renacimiento.
El
castillo, por lo tanto, sobrevivió algún tiempo y fue testigo de la inauguración
del monumento, llevada a cabo a las diez y media de la mañana del domingo 23 de
octubre de 1904, en el transcurso de una solemne ceremonia de la que se
conserva esta fotografía.
Posiblemente,
en ese mismo día fue tomada esta otra imagen en la que se aprecian en el
pedestal del monumento las banderas de Zaragoza y Gerona, dos ciudades “mártires”
de la Guerra de la Independencia.
Finalmente,
el 25 de octubre el Ayuntamiento inició el desmantelamiento del castillo, como
informó Heraldo de Aragón, señalando
que “cuando caían al suelo las almenas, estaba redactando el gobernador un
oficio ordenando la inmediata demolición del molesto monumento”.
Quedaba
así liberado el monumento originalmente dedicado a los “Mártires y Héroes de la
Patria”, aunque también se le ha denominado como “monumento a los mártires de
la Religión y la Patria. Es obra del escultor Agustín Querol y está instalado
sobre una base de piedra diseñada por Ricardo Magdalena. Rodeado por una fuente
sigue presidiendo el centro de la actual plaza de España. Esta fotografía fue
tomada en 1904 y creemos que, al igual que las del castillo, fue tomada por D.
Alfredo de Ojeda.
Esta
es, por lo tanto, la historia de una construcción efímera que hay que situar en
el marco de otras similares, como este arco levantado también en la plaza de
España por la Real Maestranza de Caballería, con ocasión de la visita efectuada
a Zaragoza por el rey Alfonso XIII, en 1903. Hemos querido dar a conocer dos
fotografías inéditas del mismo, resaltando la intervención que, en su
construcción tuvieron dos personajes vinculados a nuestra ciudad: D. Alfredo de
Ojeda y D. Ricardo Magadalena.
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