miércoles, 14 de septiembre de 2016

El cardenal Casanova y Borja


            En diversas ocasiones nos hemos referido a una de las personalidades más destacadas que ha dado nuestra ciudad, el cardenal D. Vicente Casanova y Marzol. Hoy volvemos a hacerlo, aportando nuevas fotografías inéditas.

Nacido el 16 de abril de 1854 en una modesta casa de la plaza del Olmo. Ordenado sacerdote en 1881, tras desempeñar su ministerio pastoral en las parroquias de Maluenda y Alfaro, obtuvo por oposición, en 1892, la plaza de rector de la parroquia del Buen Consejo de Madrid. El 19 de diciembre de 1907 fue nombrado obispo de Almería, siendo consagrado el 25 de marzo de 1908. Promovido a la sede metropolitana de Granada, en 1921, el Papa Pío XI lo creó cardenal, en 1925, con el título de los Santos Vidal, Gervasio y Protasio. Falleció en Zaragoza, el 23 de octubre de 1930, cuando se encontraba asistiendo al III Congreso Catequético Nacional.




            La promoción de D. Vicente Casanova a tan destacadas dignidades eclesiásticas tuvo un enorme eco en su ciudad natal. A su consagración episcopal asistió el entonces Alcalde de Borja D. José María San Gil y Ena, y el 25 de marzo de 1908 viajó hasta aquí para celebrar una Misa Pontifical en honor a la Virgen de la Peana. Con este motivo la corporación municipal que presidía D. José María San Gil y de la que era Primer Teniente de Alcalde D. Baltasar González, tomó el acuerdo de dar su nombre a la plaza del Olmo.




            El nuevo obispo mandó construir una sencilla casa en la calle Camacho, en la que el único elemento destacado era su escudo episcopal colocado en la fachada principal. La casa fue derribada no hace muchos años y el escudo pudo ser recuperado y trasladado al Museo de la Colegiata, donde ahora se exhibe en la segunda planta.





            La casa tenía un huerto y un modestísimo jardín, no excesivamente cuidado, del que se conservan estas imágenes. En una de ellas puede verse a D. Vicente en la galería, junto con una sobrina y su “paje”, probablemente su sobrino D. Marcos Casanova, con el que también aparece en el jardín durante una de sus habituales estancias en Borja, con motivo de sus vacaciones veraniegas.





            Durante esos períodos, la única distracción era la de visitar los domicilios de sus familiares y de algunas personas allegadas, de las que han quedado diversos testimonios gráficos en el archivo de la familia Ojeda.



            La presencia habitual de D. Vicente Casanova en Borja cobró especial significado cuando, en 1925, fue creado Cardenal. La alegría de los borjanos se desbordó, organizándole un gran homenaje en su primera visita como purpurado. De ella conocíamos esta fotografía en la que aparece la fachada de la Casa Consistorial, engalanada con guirnaldas; unos tondos con los títulos de la ciudad en los “balconcillos” y la inscripción “La ciudad de Borja a su Hijo Predilecto”, en torno a la puerta de acceso. Porque fue en este momento cuando se le concedió el nombramiento de “Hijo Predilecto”.



            Ahora, podemos aportar dos nuevas fotografías de aquel acontecimiento que, aunque no son de excesiva calidad, revisten especial interés. En la primera aparece el Ayuntamiento en corporación, dirigiéndose por la calle Moncayo a la casa del cardenal. Se ven los maceros y, a la izquierda, aparece D. Baltasar González cruzando, precisamente, por su casa. En el centro, el Sr. Alcalde (probablemente D. Juan Antonio Alzola) que curiosamente desfila entre dos damas. Detrás numerosas mujeres, ya que los hombres iban delante.



            La otra corresponde a la carroza que se preparó para la ocasión, en cuya parte delantera aparecen las armas del cardenal. En realidad, corresponden a las de su escudo episcopal, en cuyo primer cuartel aparecen las armas de Borja, como homenaje a la ciudad que le vio nacer. En el segundo cuartel, partido, figuraban el león de Zaragoza y las cadenas de Navarra, aludiendo a su formación en el seminario de la capital aragonesa y a su especial vinculación con Navarra, pues fue capitán en la última guerra carlista. En el tercer cuartel estaban las armas de Alfaro, ciudad de la que fue párroco y, en el cuarto, las de Maluenda, su primer destino como sacerdote. En escusón ovalado la Virgen del Buen Consejo, con la leyenda “Opvs aeterni consilii” y, en jefe, un escudete con el Sagrado Corazón de Jesús. Decimos que son las de su etapa como obispo, ya que, al ser creado cardenal, las modificó, reemplazando las armas de Maluenda (que por otra parte no eran correctas) con la de Almería y sustituyendo el león de Zaragoza por la cruz de Alcoraz, dándole un sentido más aragonés. Pero, los diseñadores de la carroza no conocían entonces estos cambios.




            De aquel entusiasmo y de los reconocimientos que le fueron tributados no queda nada en la ciudad que le vio nacer. Le fue retirado el nombre de la plaza (cosa que no hicieron en Maluenda, donde tiene calle) y no hay ninguna placa que recuerde la casa en la que vino al mundo. Afortunadamente, su sobrina Dª María Pilar Rivas Gracia quiso dedicarle un particular homenaje, sufragando el busto que se conserva en uno de los patios de la Casa de Aguilar, a la espera de poder instalarlo en el restaurado claustro de la colegiata, como fue su deseo. También se le recuerda en el Museo de la Colegiata, con datos de su biografía y el retrato que D. Baltasar González le hizo, siendo obispo, con la iglesia de San Miguel al fondo, donde había sido bautizado. El que regaló al Ayuntamiento, correspondiendo al homenaje que se le tributó, está ahora en una de las dependencias superiores de la Casa Consistorial.

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