De
regreso de la ciudad de Toro, donde habíamos visitado la exposición de “Las
Edades del Hombre” que este año tiene como sede esa hermosa localidad zamorana,
quisimos detenernos en Valladolid para retornar a la iglesia de San Pablo,
único resto conservado del convento que, bajo la misma advocación, tuvieron los
dominicos en la actual capital de Castilla-León, y que había fundado en 1276 la
reina Dª Violante de Aragón, esposa de Alfonso X el Sabio.
Desaparecidas
las dependencias conventuales, tras la Desamortización, afortunadamente, se
mantuvo en pie este magnífico templo, mandado construir por la reina Dª María
de Molina, esposa de Sancho IV de Castilla, pero cuya edificación se dilató en
el tiempo, siendo terminado bajo el mecenazgo del duque de Lerma. En esta
iglesia fue bautizado Felipe II, nacido el vecino palacio de Pimentel del que,
según la leyenda, tuvo que ser descolgado con una cadena, pues de salir por la
puerta, le hubiera correspondido bautizarse en la parroquia de San Martín.
También
recibió allí las aguas bautismales Felipe IV, cuando Valladolid era capital de
España, por influjo del duque de Lerma, el valido de su padre Felipe III, que
dejó su impronta en varios monumentos de la ciudad.
La iglesia de San Pablo, en cuya construcción
intervinieron destacados arquitectos como Juan Guas y Simón de Colonia, está de
nuevo bajo la tutela de la Orden de Predicadores que refundó el convento de San
Pablo en 1970 y, en 2009, se unió al de San Gregorio en este mismo lugar.
El
convento de San Pablo está unido a la figura del dominico borjano fray Juan
López de Caparroso, nacido en nuestra ciudad en 1524. Fue en el convento
vallisoletano donde profesó y donde murió a una edad muy avanzada, tras una
brillante carrera eclesiástica que le llevó a ser nombrado obispo de Crotona y,
más tarde, de Monopoli, tras haber desempeñado otros cargos destacados en la
Orden de Predicadores, de la que escribió buena parte de su Historia General,
editada precisamente en Valladolid.
En
el Museo de la Colegiata de Borja se muestra el retrato que reproducimos,
procedente de la capilla que su familia mandó edificar junto al altar mayor de
ese templo, para albergar la importantísima colección de reliquias que fray
Juan había enviado a Borja, como muestra de cariño a su ciudad natal.
Si
los edificios del convento de San Pablo se perdieron, tras años de incuria, no
ocurrió lo mismo con el colegio de San Gregorio, situado a la derecha de la
iglesia. Fundado por el obispo dominico fray Alonso de Burgos, confesor de la
Reina Católica, aquí estudio Teología fray Juan López de Caparroso.
Su
arquitectura constituye uno de los más bellos ejemplos del Renacimiento en la
época de los Reyes Católicos, un estilo que dio en llamarse “plateresco”. A
este magnífico claustro ya hicimos referencia en nuestro blog al comentar el
famoso rodaje de una película de Orson Welles. Desde 1933, el antiguo colegio
es la sede del Museo Nacional de Escultura.
El
recorrido por sus salas impresiona por la calidad de sus fondos escultóricos,
fundamentalmente de temática religiosa, aunque también hay excelentes muestras
de pintura y artes decorativas. Muchas de esos espacios se cubren con alfarjes
y artesonados de gran calidad.
Entre
las piezas que pueden contemplarse se encuentran estos dos armarios relicarios,
procedentes del propio convento franciscano de San Diego de Alcalá, en
Valladolid. Debemos recordar que, cuando fray Juan López de Caparroso envió a
Borja su colección de reliquias, quiso se conservaran en un armario similar a
estos. Sin embargo, sus hermanas decidieron encargar un retablo, titular de la
capilla a la que antes hemos hecho referencia y que, en la actualidad, se
encuentra situado en la capilla del Corazón de María, a la derecha del altar
mayor de la colegiata.
En
nuestro recorrido por el museo también encontramos otra obra relacionada con
Borja. En concreto, el volumen IV de la Historia
de la Vida de Marco Tulio Cicerón, de Conyers Middleton, traducida del
inglés por el aragonés D. José Nicolás de Azara, embajador en Roma y protector
del gran pintor borjano Buenaventura Salesa, autor de los dibujos de los
grabados que la ilustran. El que aparece en la imagen, correspondiente al busto
del filósofo Karnéades es obra de nuestro paisano. Queremos recordar que todos
los tomos de esta primera edición de tan importante obra fueron adquiridos
recientemente por el Centro de Estudios Borjanos.
Como
cosa curiosa queremos señalar que en otra de las sedes del museo, el palacio
contiguo de Villena, había una sala en la que los visitantes podían dar rienda
suelta a su capacidad creativa, a partir de modelos correspondientes a las
obras expuestas. Allí también había una referencia a Borja, en concreto al Ecce Homo.
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