En
el archivo de la familia Ojeda ha aparecido esta importante fotografía en la
que puede verse a la imagen de la Virgen del Amor Hermoso, situado bajo rico
dosel coronado (aunque solo se aprecia parte de la corona), en un altar
dispuesto en la plaza de San Francisco, junto a la tapia que existía en el
lugar en el que ahora se levanta la casa del capellán del convento de Santa
Clara. Esta misma ornamentación es la que se utilizaba en la fiesta del Corpus
Christi, de ahí su interés. Por otra parte, nos permite comentar algunos
aspectos relacionados con la archicofradía que tenía a esa Virgen como titular,
cuyo recuerdo se ha diluido en el tiempo.
Fue
a mediados del mes de mayo del año 1839, cuando varias personas se reunieron en
un domicilio particular de Madrid para honrar a la Virgen con motivo de la
popular devoción de las flores o mes de María. A punto de acabarse el mes, la
familia madrileña dueña del domicilio, junto con los devotos que allí se
congregaron, decidieron invitar al padre jesuita Ramón García Leal para que les
dirigiese espiritualmente en aquellos últimos actos. Viendo el sacerdote la
honda devoción que los presentes profesaban a la Virgen, les instó a que
constituyesen una asociación que continuase honrándola a través de “visitas” a
las imágenes marianas más populares y veneradas de Madrid.
Este
reducido grupo de personas dio comienzo con tan piadosa práctica el 1 de junio
del mismo año, pero dos o tres meses después ya se contaban por centenares.
Ello motivó a que la asociación, conocida como “Corte de María”, fuera dividida
en coros integrados por treinta y una personas, una por cada día del mes para
que, según les tocase por sorteo, visitasen en nombre de todos los asociados
una imagen de la Virgen.
La
Corte de María, elevada al rango de archicofradía en 1847, bajo el nombre
oficial de “Real Archicofradía del culto continuo a la Santísima Virgen”, tuvo
como titular a la Virgen en la advocación de Ntra. Sra. Reina de Todos los
Santos y Madre del Amor Hermoso, estableciendo su sede en la iglesia madrileña
de Santo Tomás y, desde principios del siglo XX, en la de San Ginés. Además, se
vio favorecida por diversos obispos y papas, como Gregorio XVI y Pío IX, que le
concedieron diversas e importantes indulgencias. La nueva devoción mariana se
extendió rápidamente por España, entre otros motivos por el impulso dado por
San Antonio María Claret, confesor de la reina Isabel II.
En Borja, tenemos
documentada su existencia en el convento de Santa Clara, al menos, desde 1848.
Dos años después, el 25 de noviembre de 1850, llegó al convento la talla de la
Virgen del Amor Hermoso que sufragada a través de las limosnas de un grupo de
borjanas y, en su mayor parte, por las propias religiosas, quedando instalada
en la hornacina central del retablo de San Francisco, en el testero del crucero
del lado de la epístola, donde actualmente se conserva. La imagen responde al modelo iconográfico fijado por el escultor
granadino José Tomás (1790-1848) para la imagen que la Corte de María le
encargó para la iglesia de Santo Tomás, ampliamente difundido en la época gracias
a las numerosas litografías que se realizaron, de las cuales también se
conserva una en el propio convento. Lamentablemente, esta imagen fue destruida
durante la Guerra Civil, pero la existente ahora en la iglesia de San Ginés,
obra de Mariano Bellver (1817-1876), escultor de Cámara de Isabel II, es copia
de la original, como ocurre en el caso de la del convento borjano.
La
Corte de María fue, en nuestra ciudad, el germen de otra asociación mariana católica
muy importante, la de las Hijas de María, establecida igualmente en el convento
de Santa Clara desde el 6 de enero de 1868 hasta el 2 de febrero de 1894,
momento en el que se trasladó a la iglesia de Santo Domingo. La Corte de María se extinguió en torno a
1970, último año que aparece consignado en el libro de contabilidad de la
misma, guardado celosamente en el archivo de ese convento, mientras que la
documentación de las Hijas de María se conserva en el archivo del Centro de
Estudios Borjanos.
La
solemnidad de la Virgen del Amor Hermoso se celebra el treinta y uno de mayo.
Sin embargo, en Borja solía celebrarse el tercer domingo de ese mes. Iba
precedida por una novena, durante la cual la imagen de la Virgen se colocaba en
el presbiterio, bajo una estructura decorada con diferentes elementos en madera
dorada, ricas telas, luces, y flores, toda ella rematada por una gran corona
real en madera dorada y policromada.
El día de la fiesta
había, a primera hora de la mañana una
Misa de comunión general para las asociadas y, posteriormente, se celebraba la Misa
Solemne, con sermón a cargo de un destacado orador sagrado, como era habitual. Por
la tarde, después del ejercicio del novenario, salía la procesión por la plaza
de San Francisco en la que tomaba parte el estandarte de la archicofradía que
ahora se expone en Museo de Santa Clara. Con este motivo se instalaba el altar
que aparece en la fotografía que ha dado origen a este comentario.
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