La
iglesia que, en realidad, tiene como titular a San Pedro Mártir y hoy está
acondicionada como Auditorio Municipal fue la del antiguo convento de dominicos
de Borja. Tras la Desamortización de 1835 fue puesta a la venta, junto con el
resto de edificios conventuales, aunque las sucesivas subastas quedaron
desiertas, por lo que el Estado terminó entregándolo al Ayuntamiento.
Mientras
que el convento fue utilizado para escuela de niños, almacenes y otras dependencias
municipales, la iglesia terminó siendo alquilada a particulares que le dieron
distintos cometidos, entre ellos el de taller para la fabricación de cubas para
vino.
Sorprendentemente,
se mantuvo en su lugar el retablo mayor que ha llegado a nuestros días. Cuando
en 1890 se suscitó una iniciativa, suscrita por un elevado número de vecinos
para que el templo volviera a servir como lugar de culto, ese retablo era el
único elemento de la antigua decoración que se conservaba en su interior, pues
el resto había sido destruido o reubicado en otros lugares. Concretamente, el
actual retablo de la ermita de San Jorge procede de Santo Domingo y algunos
lienzos fueron cedidos a la parroquia de San Bartolomé.
Aceptada
la propuesta por la corporación municipal, el 27 de diciembre de 1893,
festividad de San Juan Evangelista, se procedió a la solemne reapertura del
templo, estableciéndose allí la sede canónica de la Asociación de Hijas de
María que, hasta ese momento, estaba en Santa Clara. Más tarde lo haría la
Congregación Mariana, de manera que Santo Domingo, como era popularmente
conocida esta iglesia, desempeñó un papel relevante en la formación religiosa
de la juventud borjana hasta su cierre, en la segunda mitad del siglo XX por
iniciativa, en este caso, de la propia Iglesia que no se percató de la
transcendencia que iba a tener tan desafortunada medida.
A
pesar de la importancia de este templo, no disponíamos de imágenes de ese
período, por lo que las que hoy damos a conocer, procedentes del archivo
Méndez-Sierra-Ojeda que hemos terminado de digitalizar, son documentos de
extraordinario interés.
En
esta primera imagen aparece el altar mayor, en un momento en el que estaba
expuesto el Santísimo Sacramento. A ambos lados del altar se distinguen muy
bien los dos relieves que, representando a San Buenaventura y a San Luis de
Anjou, se encuentran ahora en la sala VI del Museo de la Colegiata. Por
tratarse de dos santos franciscanos procedían del convento de San Francisco
(probablemente eran las hojas de cierre de su expositor) y fueron colocados
aquí, tras la reapertura de la iglesia.
En
el crucero, y ambos lados del altar mayor, se colocaron más tarde los retablos
titulares de las dos asociaciones que tenían su sede en la iglesia. A la
derecha, el de la Congregación de San Luis y a la izquierda el de las Hijas de
María.
De
características similares y de estilo neogótico, tenían una hornacina central,
con fondo acristalado. Delante había un cerramiento abalaustrado de madera
pintada. En esta imagen se aprecia, enfundado a la derecha, el armónium utilizado
para el acompañamiento musical de las distintas ceremonias.
El
titular de retablo era San Luis Gonzaga (1568-1591), a la derecha del cual
estaba San Estanislao de Kostka (1550-1568) y a la izquierda San Juan Berchmans
(1599-1621), tres santos de la Compañía de Jesús que, por sus virtudes y por la
circunstancia de haber fallecido a edad muy temprana, sirvieron como modelos para
la formación de la juventud, dentro de la espiritualidad jesuítica.
Los
tres figuraban en la procesión que el 21 de junio, con motivo de la fiesta de
San Luis recorría las calles de la ciudad, a hombros de sus congregantes con la
medalla al cuello, partiendo de la iglesia, cuya portada aparece en una de las
fotografías engalanada con guirnaldas vegetales. Las que reproducimos,
procedentes de otras colecciones particulares, corresponden a las peanas de San
Estanislao de Kostka y San Juan Berchmans en años diferentes.
El
altar de la izquierda, tenía como titular a la Inmaculada Concepción. Esta
imagen, como las anteriores era de producción industrial, procedente de Olot. Estaba
flanqueada por dos ángeles ceriferarios, aunque lo que llevaban eran lámparas
eléctricas.
Hemos
incluido estas dos fotografías porque, entre ellas se advierten algunas
diferencias. Concretamente, en la primera a los lados del altar penden dos
arañas de cristal, mientras que en la otra hay lámparas de inspiración
modernista y también se aprecia el cerramiento anterior, al que hicimos
alusión.
Creemos
que esta segunda imagen es más antigua, pues en ella se aprecian que la
hornacina central es igual que la del retablo de San Luis, mientras que en la
otra fotografía los espejos de la parte superior has sido recubiertos por una representación
de la paloma del Espíritu Santo, entre rayos dorados.
La
imagen de la Virgen responde al modelo iconográfico habitual para la Inmaculada
Concepción o “la Purísima Concepción” como se indica en una de las fotos.
Coronada de estrellas y con la media luna y la serpiente a sus pies.
Durante
el mes de mayo, o “mes de las flores”, la Virgen se colocaba en la calle
central del retablo mayor, bajo un templete distinto al de su retablo, aunque
algunos elementos del mismo se utilizaban también, como los ángeles e incluso
las lámparas que se ven muy bien sobre los plafones blancos que ocultan las
calles laterales. Las columnas aparecen decoradas en esta ocasión con profusión
de flores blancas. Lógicamente, este modelo sufrió modificaciones en el
transcurso del tiempo, pero la abundancia de flores blancas, azucenas o varas
de azahar, fue su característica principal.
Verdaderamente
espectacular es esta fotografía correspondiente a la fiesta de San Luis. En un
primer momento, nos dio la impresión de que se trataba del monumento para la
reserva del Jueves Santo, pero lo que aparece en el centro, sobre el altar,
teniendo como fondo ese gran lienzo de armiños es la imagen de San Luis
Gonzaga. En el centro del cortinaje
superior se dispusieron las armas de la familia Gonzaga, con el error de
timbrarlas con corona real.
No
cabe duda de que se trata de la iglesia de Santo Domingo ya que, además de
verse por los laterales del fondo su retablo mayor, en la parte superior se
distinguen perfectamente los escudos que decoraban las pechinas de la cúpula,
desgraciadamente reemplazados durante la última rehabilitación. En cualquier caso,
estamos ante unas fotografías que aportan numerosos e interesantes datos sobre
este templo, cosa que no ocurre con otros, de los que, por el momento, no
disponemos de imágenes interiores, como ocurre con la desaparecida iglesia de
San Bartolomé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario