Prosiguiendo con el relato de las tradiciones de Calcena que
interrumpimos en el artículo anterior en la Pascua de Resurrección,
mencionaremos hoy, en primer lugar, la costumbre de comer la “culeca” el día de
San Jorge (23 de abril) junto al río, en las proximidades de la ermita de San
Roque. Además, de la culeca también se consumía el llamado “cornijuelo” que se
hace con la misma masa, pero adoptando forma semicircular y, en su interior,
además de huevos duros se introduce chorizo y longaniza. Dª. Vitoriana Tormes
comentaba en El Eco del Isuela que el cornijuelo era propio de los hombres,
mientras que la culeca tenía forma de torta con uno o dos huevos encima.
Para San Juan (24 de junio), se cogía la “Sanjuanada”, unos
ramos de flores con hojas de noguera que los mozos colgaban la víspera en las
ventanas. También era frecuente que, como una broma, otros quitaran las macetas
de las ventanas de las mozas, llevándolas a la fuente, colocándolas de tal
forma que, para recuperarlas, hubiera que mojarse. Ese día se consumía también
queso.
En relación con esta fuente, Rocío Herrera relataba en su
blog “El Encanto del Moncayo”, la leyenda asociada a la piedra que hay en su
centro. Según el relato que recogió en una visita a Calcena, en un determinado
momento la fuente se secó y los calcenarios recurrieron a Santa Constancia,
colocando sus reliquias sobre ese “pilón” que llevaron hasta allí. El caso es
que la fuente recuperó el agua, hecho que se recuerda en los Gozos a la Santa:
“A esta fuente
caudalosa
se le secó la corriente.
Luego que bajó Constancia,
salió el agua prontamente”
La solemnidad del Corpus Christi era una de las grandes
fiestas populares de la localidad. Había Vísperas cantadas y, en la mañana de
ese día Aurora y Rosario por las calles. Después, tras la Misa Mayor salía la
procesión con el Santísimo bajo palio. Participaban en ella las peanas de la
Virgen del Rosario y de Santa Úrsula, decoradas con grandes roscones que, al
finalizar, los mayordomos ofrecían a cofrades, autoridades y músicos.
En
la plaza, adornada con flores y colchas, como relata D. Nicolás Sebastián, se
procedía a bendecir con la custodia a los niños que habían nacido en ese año,
los cuales eran colocados sobre almohadas y alfombras, algo peculiar de este
municipio.
De
todo ello, no disponemos de imágenes. La que insertamos, corresponde la plaza y
fue tomada durante las Fiestas Patronales de 2018. La hemos elegido porque en
ella aparece D. Nicolás Sebastián, el actual párroco, artífice fundamental de
la recopilación de la historia y las tradiciones de Calcena, localidad en la
que nació.
El Corpus se celebraba entonces en jueves y al día
siguiente, viernes, tenía lugar la romería a la ermita de San Cristóbal.
Actualmente, se celebra el sábado anterior a la solemnidad del Corpus.
Encabezada por el pendón de la villa, la comitiva se
encaminaba a pie hasta la ermita, donde se celebraba la Misa y, después una
comida popular. Desde ese lugar se procede a la bendición de los términos y,
durante el regreso se canta la Salve, haciendo su entrada en la población,
entre el sonido de las campanas.
Las grandes fiestas de Calcena son las que se celebran en
honor a la Virgen del Rosario y Santa Constancia. Actualmente, el primer
domingo de agosto pero, anteriormente tenían lugar el primer domingo de
octubre, festividad de la Virgen del Rosario.
El culto a Santa Constancia está ligado a la figura de D.
Juan de Zornoza y Guisana, bautizado en la iglesia parroquial de Calcena el 24
de marzo de 1545. Militar destacado, fue Capitán de Infantería en Flandes y
allí cimentó un sólido prestigio. Durante la campaña de Portugal de 1570,
intervino como Sargento Mayor de uno de los tercios y estuvo a punto de ser
nombrado Maestre de Campo, el más alto grado entonces de la milicia.
Marchó
después a Alemania, donde en 1595 recibió de manos del rector del monasterio de
Mariekamp una cabeza de las “Once Mil Vírgenes”, que se habían descubierto en
eso lugar. Junto con otras reliquias, la donó, en 1602, a su localidad natal,
siendo recibida con gran solemnidad, como se refleja en ese lienzo.
Comoquiera
que los habitantes de Calcena desconocían el nombre de la mártir, introdujeron
todos los que se les ocurrieron en una bolsa y, tras salir por tres veces el de
Santa Constancia, quedó acreditado que era la de esta Santa, procedimiento
también utilizado en Mariekamp para la identificación de otras reliquias. Juan
de Zonrnoza falleció en 1610, desempeñando el cargo de Alcaide de la ciudadela
de Pamplona.
En 1604, el Justicia junto con el concejo y consejo de la
villa tomaron el acuerdo de adoptarla como Patrona, celebrando su fiesta “el
lunes inmediato al primer domingo de octubre.
A comienzos del siglo XVIII y sufragada por los vecinos de
edificó la magnífica capilla que tiene dedicada en la iglesia parroquial. El
retablo, algo posterior, es probablemente obra del escultor José Rodríguez.
Ya, en 1606, las reliquias de la Santa fueron introducidas
en un relicario, en forma de cabeza. Con pie de plata, es una hermosa muestra
de la orfebrería aragonesa, como muestra la fotografía que insertamos. Además,
en 1617 fue fundada la cofradía que la tiene por titular.
Cuando las fiestas se celebraban en octubre, el punto de
arranque estaba constituido por el llamado “Sábado Octubre”, día en el que
llegaban hasta la localidad gentes procedentes de lugares remotos en los que
habían establecido su residencia.
A las Vísperas asistía el Ayuntamiento en corporación. Por
la noche, al igual que el día anterior a otras fiestas se encendía una hoguera
en la plaza, sobre la que se saltaba, como puede verse en esta imagen.
El día siguiente comenzaba con el canto de Aurora y el
Rosario por las calles. Después, tenía lugar la Solemne Eucaristía, con
procesión en la que el relicario era portado por el sacerdote, revestido con
capa pluvial.
Al finalizar el Ayuntamiento ofrecía un refresco en la Casa
Consistorial. Esta fotografía muestra la comitiva de autoridades, precedida por
la Banda de Música y el pendón de la cofradía, encaminándose al “refresco”.
Entre los actos profanos, había carreras de pollos y burros,
junto con otros juegos. En el siglo XIX, llegaron a celebrarse corridas de
toros.
Como hemos señalado, las fiestas tienen lugar ahora el
primer domingo de agosto, para facilitar una mayor concurrencia a las mismas.
Los actos religiosos se centran en la Eucaristía que tiene lugar en la
parroquia y en la procesión. En la imagen que hemos encontrado vemos junto a la
peana de la Virgen del Rosario la de Santa Úrsula a la que luego nos
referiremos. En 2018, estuvimos durante la comida popular que se celebra en la
plaza.
Santa Úrsula era compañera de Santa Constancia y es la que,
en el Martirologio Romano protagoniza la fiesta litúrgica en la que se le
conmemora como “Santa Úrsula y compañeras mártires” o “Santa Úrsula y las once
mil vírgenes” que, según la tradición, murieron a manos de Atila, rey de los
hunos. Sobre esta tradición aconsejamos, a los interesados, leer las obras
publicadas sobre ella, dado que es una cuestión sumamente curiosa, en torno a
la cual se sucedieron los malentendidos.
La fiesta fue fijada para el 21 de octubre y ese día se
celebraba en Calcena. No era una fiesta patronal, sino de cofradía, como señala
D. Nicolás Sebastián. Santa Úrsula dispone también de una peana procesional en
la que bajo un baldaquino está la cabeza de la Santa que, en este caso, es una
bella talla de madera policromada y dorada, realizada en el siglo XVIII.
En noviembre, hay que mencionar la fiesta de “Santos Todos”,
en la que se celebraba una procesión nocturna en la que los participantes
portaban velas, mientras en las ventanas de todas las casas se colocaban
lamparillas y las campanas tañían a muerto durante toda la noche. El actual
párroco de Calcena afirma que a los campaneros se les daba un asado para que lo
comieran en la misma torre, mientras realizaban su labor. Comenta también que
era espectacular el “velario” que, en la procesión, llevaba el “tío Santiaguillo”,
con tantas velas como días tiene el año.
Para Santa Lucía (13 de diciembre) también se encendían
hogueras en las calles, en las que se asaban patatas y cebollas. Se siguen
haciendo, aunque en el fin de semana más próximo, como hemos constatado en El Eco del Isuela.
Debemos también hacer alusión a la Aurora de Navidad y a algunas
tradiciones pérdidas. Entre ellas la de celebrar cada año una romería a la
ermita de la Virgen de Constantín de Purujosa, correspondiendo los de esta
localidad con otra a la ermita de San Cristóbal de Calcena. En ambas, la
comitiva era precedida por las respectivas cruces parroquiales que, al
encontrarse se saludaban con unas reverencias.
Otra
tradición, hace tiempo desaparecida, la de celebrar cada 17 de julio una
procesión y rogativa recordando la terrible epidemia de peste que asoló la
población en 1643, como consecuencia de la cual fallecieron más de 450
personas, cifra impresionante que obligó a irlas enterrando en una fosa común,
hacia la que, cada año, se encaminaba la procesión hacia el lugar en el que se
ubicaba, que pudo ser en torno a la desaparecida ermita de la Virgen de los
Desamparados. La procesión se mantuvo hasta el siglo XIX.
Dentro del Patrimonio Cultural Inmaterial ocupan un lugar
destacado los Juegos y Deportes Tradicionales. Aunque a ellos dedicaremos una
serie específica, que estamos preparando, es preciso señalar que Calcena
dispuso de trinquete, después de frontón y que allí se sigue practicando el
juego de los birlos. De todo ello trataremos en su momento.
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