Con el nombre de “don Tancredo” se conocía a un lance o
suerte taurina consistente en espera la salida de chiqueros de un toro, subido
en un pedestal situado en el centro del ruedo.
El personaje que lo ejecutaba iba vestido de blanco y debía
permanecer completamente inmóvil, para hacer creer a la res que era una estatua
y no lo embistiera.
Fue inventado por un torero valenciano que se llamaba
Tancredo López que la ejecutó con éxito en diferentes ocasiones. Pronto
surgieron otros imitadores que, con mayor o menor fortuna, actuaron en
diferentes cosos. Aunque los “don Tancredos” gozaron del favor del público
inicialmente, sus actuaciones fueron prohibidas a mediados del siglo XX, ante
el elevado número de cogidas que sufrían, probablemente porque no permanecían
tan quietos como era menester.
Pero lo que no sabíamos es que hubo un “don Tancredo” nacido
en Albeta. Hemos encontrado la noticia en “El Diario de Huesca” y se llamaba
Pantaleón Remón. Vivía en Sestao, a donde había emigrado para trabajar en los
Altos Hornos del Desierto, en los que ganaba un jornal de 3 pesetas diarias.
Decidido a mejorar sus condiciones de vida decidió ofrecerse para actuar en la
plaza de toros de Bilbao.
Su presentación tuvo lugar en la feria de Pascua de 1901,
junto con otra persona apellidada Álvarez. Se lidiaban novillos de la ganadería
de Angoso y, a la salida del tercero, se plantó el albetero en el centro del
ruedo, sin que el novillo se interesara por él. En el cuarto, Álvarez repitió
la suerte entre los aplausos del público.
Ante el éxito alcanzado, la empresa programó una nueva
actuación para el día siguiente, pero ya ante toros de Covaleda. Lo hicieron de
forma conjunta, subidos a sendos pedestales, colocados a dos metros de
distancia y la fortuna volvió a sonreírles.
Por las dos actuaciones cobró el de Albeta la cantidad de
200 pesetas, por lo que decidió coger una baja temporal en los Altos Hornos y
ofrecer sus servicios a otras plazas, sin que hayamos podido constatar que
volviera a actuar.
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