Cuando este año se anunció la cancelación de nuestras fiestas patronales, en honor a Ntra. Sra. de la Peana, los más optimistas hablaron de su posible traslado a septiembre, cuando la epidemia hubiera sido superada.
Poco
antes, en toda España dejaron de celebrarse los desfiles procesionales de la Semana
Santa y, en Borja, este año no pudo llevarse a cabo el tradicional “Entierro de
Cristo”.
En
aquella ocasión fue la propia jerarquía eclesiástica la que llegó a plantear la
absurda posibilidad de celebrar la Semana Santa en otoño. Cuando, desde aquí,
nos manifestamos extremadamente cautos sobre un septiembre jubiloso en el que íbamos
a recuperar el tiempo perdido, fuimos tildados de pesimistas.
Pero
la realidad se impuso y, tras esa supuesta llegada de una “nueva normalidad”, pregonada
con entusiasmo, junto con triunfalistas declaraciones en las que se manifestaba
el éxito de una lucha protagonizada por todos (aunque lógicamente tutelada por
la eficiencia de nuestras autoridades), la ilusión se vino abajo.
La
enfermedad volvió a repuntar. Fue preciso cancelar fiestas y eventos, tras un surrealista verano en el que tan pronto íbamos hacia delante como hacia atrás.
Ni el calor, ni las gotas de lejía desparramadas por las calles habían
conseguido frenar el normal curso de la pandemia.
Ayer,
tras la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario, el Presidente del
Gobierno anunció la declaración del estado de alarma, en esta ocasión con un
toque de queda entre las once de la noche y las seis de la mañana, así como su
propósito de prorrogarlo hasta el 9 de mayo.
Comoquiera
que en 2021, la fiesta de la Virgen de la Peana será el 2 de mayo, primer
domingo de ese mes, si todo sale como tiene previsto el Gobierno, estaremos aún
dentro del estado de alarma (también el domingo 9) y, por lo tanto, no habrá
fiestas. Lógicamente, todo puede cambiar, a peor o a mejor. Además el estado de
alarma necesita la aprobación del Congreso que debe ser ratificada cada quince
días.
Como
la información de que dispone el Gobierno es siempre más completa que la del
resto de los ciudadanos, da la impresión de que debemos prepararnos para un
nuevo año sin Semana y sin Fiestas, entre otras cosas mucho más preocupantes.
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