El perfil o, utilizando un extranjerismo más en boga, el “skyline” del casco urbano de Añón llamaba poderosamente la atención en el pasado, con su caserío descendiendo por el roquedal en el que se asienta, coronado por el castillo y la iglesia parroquial y con sus fachadas del color de las localidades del entorno del Moncayo.
Cuando
mejoraron las condiciones de vida, muchas casas se remozaron y sus fachadas
fueron pintadas en blanco, perdiendo su autenticidad. Pero, todavía se
conservaba el perfil original con el castillo y la iglesia en lo alto.
Pero,
inesperadamente, surgió una desproporcionada construcción en uno de sus
extremos que contrasta vivamente con aquella imagen primigenia y nada volvió a
ser igual. Posiblemente se ajustaba a normativa pero esto es algo que nunca
hubiera ocurrido en otros países en los que se pone especial cuidado en estas
cuestiones y en los que, incluso, las construcciones agrarias utilitarias deben
ajustarse a unos requerimientos. Sin embargo, en España y en Aragón las cosas
son muy diferentes.
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