domingo, 5 de septiembre de 2021

Monumento a los agricultores

 

         Cuando, tras la proclamación de la II República se retomó el proyecto de construcción de un Grupo Escolar en Borja, que había sido iniciado durante la Dictadura de Primo de Rivera, le fue encargada la realización del proyecto al prestigioso arquitecto zaragozano D. Teodoro Ríos que no pudo hacerse cargo de la dirección de las obras, siendo encomendadas a otro gran arquitecto D. Regino Borobio, el cual fue quien acometió también la restauración de la fachada del antiguo convento de dominicos y de su claustro, incorporándolos al recinto escolar.  Fue autor también del cerramiento del patio de recreo y del espacio triangular que quedaba ante la fachada del convento. Estaba constituido por un muro de mampuesto revocado y rematado con ladrillos a sardinel y una sencilla verja metálica, constituyendo un conjunto de indudable dignidad.

         Sin embargo, en la zona del patio, hace algunos años fue reemplazada por unas estructuras metálicas, mucho más altas, para dificultar el acceso al interior del recreo, mientras que fue completamente eliminada por el Ayuntamiento en la parte del convento, dejando un espacio que ha sido objeto de diversas actuaciones.



         Concebido como un homenaje “a todos los hombres y mujeres del campo”, inicialmente se plantaron allí unas cepas y un olivo. Las primeras pronto languidecieron y fueron secándose ofreciendo el aspecto que muestra esta imagen, muy lejos de lo que se pretendía.



         Desaparecida la incipiente viña, se plantó un seto de aligustre para delimitar la zona y, junto al olivo que había logrado sobrevivir surgió la escultura de un hombre en ademán de varear sus ramas para recoger el fruto.



         La escultura era obra del mismo artista borjano Javier Nogués Aznar, que ahora ha completado el conjunto. Aquella primera escultura no se libró de los ataques vandálicos que son habituales en todas partes y le fue sustraída la vara.




         En la actualidad, junto a la figura del “vareador” se encuentra la de una mujer arrodillada en ademán de recoger las olivas que van cayendo para depositarlas en el capazo que tiene al lado. Puede verse el seto y crecido y las plantas de fácil mantenimiento que llegarán a “tapizar” el espacio donde se ha plantado también otro seto en el accedo al Sindicato de Riegos.



         El grupo se completa con la figura de un agricultor que lleva en su mano un cultivador, herramienta cedida por D. Ricardo Celiméndiz.


         Además, la placa de cerámica que, inicialmente, estaba en la pared del antiguo convento fue colocada sobre un pedestal delante de espacio. En este caso, como en otros comentados en diversas ocasiones, lo que echamos en falta es una referencia al autor del grupo escultórico que, por otra parte, no firma sus obras.








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