Xordica Editorial acaba de publicar con el número 106 de su colección Carrachinas, la obra Un secreto y otros cuentos, de la que autor Severino Pallaruelo. Nacido en Puyarruego (Huesca) en 1954, Severino cuenta con una amplia producción bibliográfica, centrada fundamentalmente en temas altoaragoneses. Varios de ellos han sido editados por Xordica y de su éxito da idea las sucesivas reediciones.
Historiador, geógrafo y etnólogo es,
además, un buen escritor, cuyas obras se leen muy bien. La que nos ocupa, como
él mismo hace constar en el prólogo, es un retrato de un mundo que se desvaneció
hace ya tiempo. Cuando lo escribió, hace ya treinta años, ya no existía, pero
aún era algo cercano. Ahora, no es mas que una sombra del pasado que el autor llegó
a conocer y amó.
Son quince relatos o cuentos que tienen
como protagonistas a gentes que habitaron en los pueblos perdidos, todos
cargados de emoción y, en buena medida, fascinantes. Pero nos ha interesado
especialmente el epílogo en el que relata la historia de una aldea y tres de
sus antiguos habitantes a los que interrogó para conocer sus vivencias del
lugar del que procedían. Cada uno de ellos contó las suyas y lo sorprendente,
en cierto modo, fue que no coincidían. Daba la impresión de que pertenecían a
mundos diferentes. No nos sorprende porque incluso cuando intentamos conocer
acontecimientos cercanos las versiones de los diferentes testigos difieren
mucho. De ahí, nuestra reticencia hacia modelo de historiar a partir de
testimonios orales. Si los documentos no siempre son fiables, mucho menos lo
son los datos que podemos extraer de unas entrevistas en las que, no necesariamente,
nos mienten.
El único pero que, por lo que a nosotros
afecta, podemos poner a la obra que estamos comentando es el innecesario
párrafo final, una “gracieta” que ofende los sentimientos religiosos de algunas
personas. No lo ha pretendido pero, en cuestiones de Fe, hay que ser cauto y de
la misma forma que nos obligan a respetar los “nuevos dogmas”, incluso con
amenazas, no es mucho pedir que también se respeten aquellos que constituyen el
núcleo central de las creencias cristianas.
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