A pesar de que conocíamos muy bien los retratos de quienes llegaron a ser reyes de Castilla: Felipe I “El Hermoso” y Juana I “La Loca”, habiendo hecho uso de los mismos en algunos de nuestros últimos trabajos, no recordábamos el lugar en el que se encontraban y, por ello, fue una sorpresa poderlos contemplar en una sala de la sección de Arte Antiguo (Old Master) de los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica.
Los retratos formaban parte del tríptico
del Juicio Final que el llamado “Maestro de Afflighem” o “Maestro de la secuencia
de San José” había pintado para la iglesia de San Livinio, de Zierikzee.
Los dos jóvenes, que habían contraído matrimonio
en 1496, están representados en los jardines del castillo de Bruselas y cabe
preguntarse cuándo fue realizada la obra. Suele datarse en torno a 1500, pero
atendiendo a la forma en que está representado Felipe el Hermoso podría precisarse
algo más.
Vestido con armadura, porta en la mano
el estoque bendito que le había entregado el Papa Alejandro VI en 1497 pero,
sobre la armadura y bajo el manto que le cubre y sobre la cota de malla, lleva
una ropilla decorada con las armas de sus estados, entre las que se encuentran
las propias de los reinos de Castilla y Aragón. No es probable que las vistiera
antes de ser jurado, con su esposa, como príncipe heredero de los mismos, lo
que no ocurrió hasta 1501.
Cuando se describen estos retratos, no
suele hacerse referencia a las imágenes de la parte posterior de los mismos. En
el de Juana I aparece San Martín de Tours, cortando su capa para el mendigo,
mientras que en el de Felipe I se encuentra un santo obispo que porta en su
mano derecha unas tenazas con su lengua. Se trata de San Livinio (Liévin) de
Gante, un mártir poco conocido entre nosotros.
Bajo las ménsulas en las que se apoyan
las imágenes de ambos santos hay unos escudos de armas que, en el caso de
Juana, está en blanco, mientras que en el de Felipe parecer corresponder a sus
armas personales, sin que adivinemos las de Castilla y Aragón.
San Livinio es el patrón de la ciudad
de Gante donde se le profesa especial devoción, al igual que en otras zonas de
Bélgica. Rubens pintó este magnífico lienzo de su martirio, acaecido a mediados
del siglo VII
El santo era irlandés de origen y, tras
ser ordenado sacerdote y luego obispo, viajó al continente como misionero.
Estuvo en Gante y, en la localidad de Essche (Brabante) padeció un cruel
martirio, en el que le arrancaron la lengua con unas tenazas y la echaron a los
perros.
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