Recientemente,
cuando nos pidieron, desde la parroquia, un informe sobre los mártires borjanos
ya beatificados o con procesos incoados, no incluimos a otros que, a pesar de ser
asesinados por sus creencias religiosas, no figuran entre aquellos cuya beatificación
se encuentra en trámite.
Ese es el caso de Alfredo Lapuerta de Ojeda, un joven y brillante estudiante de la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid. Había nacido en Lérida, en 1913, aunque vivió y se educó en Borja, ya que era hijo de D. Valentín Lapuerta Osín y Dª. Agustina de Ojeda Pomares.
Que se
consideraba de Borja lo demuestra el que, en la ficha del Centro de Acción
Católica al que pertenecía, dedicada a los que “bebieron el cáliz del Señor y
se hicieron amigos de Dios”, aparece como lugar de nacimiento el de Borja.
En ella
se hace constar que era caritativo, de carácter alegre, de Eucaristía y
Comunión diaria. Asimismo, se señala que actuó en la defensa de los religiosos
durante la quema de conventos.
Mientras cursaba sus estudios, vivía en casa de unos familiares, pero al dar comienzo la guerra civil se ausentó para no comprometerlos y permaneció escondido en una pensión de la calle Sorni nº 15, pasando después a otra de la calle Larra nº 15.
Para
entonces, con el nombre falso de Alfredo Lama Ortiz, se había afiliado a la CNT
y a la FUE. El 9 de octubre de 1937 se integró en la Brigada 44 del Batallón
173 del sector de las Rozas con el cargo de “Miliciano de Cultura”.
Desgraciadamente,
allí se encontró con el capitán de milicias Ramón Cebrián García, quien le reconoció
por haber hecho ambos el servicio militar en la Escuela Central de Tiro de
Infantería. Desde ese instante le puso a un miliciano armado para vigilarle.
El día
11 fue conducido, junto con un compañero, al puesto de mando de la Brigada que
estaba situada en la llamada “Casa de Trofa”, en los alrededores de El Pardo. Conducía
el vehículo el Comisario Político de la Brigada Joaquín Sallares y, escoltados
por dos milicianos armados, llegaron a la Casa de las Trofas en el Pardo, que
era el puesto del Mando de la Brigada.
Allí fueron interrogados por el citado capitán Ramón Cebrián y Comisario, en presencia del comandante de la Brigada Manuel Varea Liébana. El otro detenido fue puesto en libertad y, cuando regresaba a Madrid, pudo saber que esa misma noche Alfredo Lapuerta había sido fusilado.
Todas esas
circunstancias se conocen, como consecuencia de las investigaciones realizadas
por su hermano D. José Ignacio Lapuerta de Ojeda que, en 1939, era Alférez de
Ingenieros, destinado en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo y aportó su
declaración a la Causa General.
Según sus indagaciones, el cadáver de su hermano había sido enterrado en el cementerio de El Pardo y, aunque no fue identificado, se dio la circunstancia de que el 12 de octubre recibió sepultara en ese cementerio “un miliciano”.
En su declaración, informaba de que el responsable de la detención y muerte de su hermano, el capitán Ramón Cebrián Gracia, se encontraba detenido en el campo de concentración de Albatera (Alicante), por lo que exigía justicia, sin que hayamos podido averiguar lo que sucedió posteriormente.
Como
colofón, podemos indicar que en la página “Testigos de la Redención” de los misioneros
redentoristas, se ofrece una biografía de Alfredo Lapuerta, entre los mártires
de Madrid.
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