Ha sido D. Raúl Rivarés quien, a raíz de nuestro artículo sobre los mártires borjanos y el palacio de Navascués, nos ha revelado la relación que existe entre el actual propietario de la casa y otro mártir de la Guerra Civil: el beato fray Lamberto María de Navascués y de Juan (1911-1936).
El beato fray Lamberto de Navascués había nacido en Zaragoza,
en el seno de una familia noble, especialmente vinculada con la Real Maestranza
de Caballería de la que su abuelo materno (al que corresponde este retrato) fue
Teniente (el más alto cargo de la misma, tras S.M. el Rey), en tres períodos.
Pero también era maestrante su padre D. Ricardo de Navascués y Gante, así como
varios miembros de la familia, como sus hermanas María del Carmen y María
Dolores.
Educado en los mejores colegios de
Zaragoza, comenzó a cursar la carrera de Derecho con gran aprovechamiento pero,
cuando se encontraba próximo a terminarla, la muerte de su padre le impulsó a
reorientar completamente su vida y lo hizo de una manera radical.
A pesar de pertenecer a una ilustre
familia y con una prometedora carrera, decidió abandonar todo y profesar como
capuchino, pero como hermano lego, porque quien había sido servido, quería
ahora servir a todos. Los capuchinos, sorprendidos ante lo que les pareció una
temeraria decisión de un joven, perfectamente capacitado para ser sacerdote, si
realmente sentía la vocación religiosa, no lo admitieron.
Solicitó entonces su admisión en la
Orden de Predicadores y, tras realizar el postulantado en Barcelona, llegó como
novicio al convento dominico de Calanda, pero siempre como hermano cooperador
(lego).
El convento de Calanda, ahora Casa de
Cultura de la localidad, había tenido una complicada evolución desde 1760,
cuando fue erigido como la última fundación capuchina en Aragón. Abandonado
tras la Desamortización, fue adaptado en 1912 como convento del Carmen. Pero
los carmelitas descalzos se marcharon en 1921 y de nuevo quedó abandonado hasta
que, en 1925, los dominicos valencianos decidieron instalar allí su escuela
apostólica y noviciado.
Allí llegó en mayo de 1936 para
completas su formación. La foto de la comunidad de Calanda es de 1932, pero
cuatro años después no sería mucho más numerosa. Se cuenta que era apodado “el
duquesito” por sus orígenes, aunque era un ejemplo de humildad para todos.
Al inicio de la Guerra Civil, los
alumnos y algunos profesores se dispersaron ante las amenazas que se cernían
sobre ellos, pero algunos de los religiosos mayores decidieron quedarse y fray
Lamberto quiso compartir con ellos su suerte.
La tragedia no tardó en llegar, pues el
28 de julio los milicianos entraron en el convento y se llevaron a todos los
religiosos. Sometidos a malos tratos en insultados, fueron cargados en un
camión y llevados hasta un lugar situado a seis kilómetros de la localidad. Iban
rezando el Santo Rosario y, en la medianoche del 29 de julio de 1936, fueron
fusilados mientras perdonaban a sus verdugos.
Fray Lamberto tenía 25 años y solo llevaba algunas semanas de novicio.
Junto a sus diecinueve compañeros mártires de la Provincia Dominica de Aragón
fue beatificado por San Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.
Respecto a su parentesco con D. Javier Otero Domínguez, D.
Raúl Rivarés (experto genealogista, entre otras cosas) nos ha remitido el
informe que transcribimos:
Doña Ramona Jenara de Aysa y Ferrández, hija de don Mariano
Bruno de Aysa y Andrés y de doña Francisca Ferrández y Fernández de Heredia
(hija del impulsor de la construcción del actual palacio, don Fermín Ferrández
y Navascués, y de su esposa doña Ramona Isabel Fernández de Heredia y del
Castillo, heredera del casón de los Bauluz donde se levanta dicho edificio),
casó en Cintruénigo el 22 de julio de 1818 con el pamplonés don Tomás Manuel de
Navascués y Navascués, con quien tuvo varios hijos, el segundo de los cuales
fue don Joaquín José Ángel de Navascués y Aysa, nacido en Pamplona el 21 de
agosto de 1826 y fallecido en Zaragoza el 25 de julio de 1887, mientras que el
tercero fue don Nicasio Benito Eusebio de Navascués y Aysa, nacido en
Cintruénigo el 14 de diciembre de 1827 y muerto en Zaragoza el 17 de enero de
1885, de quien es biznieto don Francisco-Javier Otero Domínguez.
Por su parte, el cuarto de los hijos de don Joaquín de
Navascués y Aysa con su esposa doña María Cecilia de Gaute y San Clemente
(quien, por cierto era hija de don Antonio de Gaute y Miranda y de doña Evencia
de San Clemente y Montesa, hija a su vez de don Ignacio de San Clemente y
Montesa, y de doña María Antonia de Montesa y Eguía, IV Marquesa de Montesa,
heredera de la capilla, conocida hoy como sala capitular, existente aún tras el
retablo mayor de la Colegiata de Santa María, de Borja, y por tanto emparentada
con el obispo don Juan López de Caparroso) fue don Ricardo de Navascués y
Gaute, teniente coronel de Artillería, que había casado en primer lugar con
doña María del Pilar Ram de Viu y Quinto (hija de los barones de Hervés), y al
enviudar en 1890 de esta dama, contrajo nuevas nupcias en Zaragoza el 25 de
junio de 1896 con doña María Pilar Orosia de Juan y del Olmo. El octavo y último hijo de este segundo
matrimonio fue el beato Lamberto María de Navascués y de Juan, que era primo
segundo de don José María Otero de Navascués, IX marqués de Hermosilla, y por
tanto tío tercero de los hijos de éste, los hermanos Otero Domínguez.
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