viernes, 11 de agosto de 2023

Antigua fábrica de papel en Valderrobres

 

         La zona del Matarraña contó con cierto número de fábricas de papel, algunas de las cuales han estado de actualidad estos días dado que se ha comentado el que, en ellas, se elaboró el papel utilizado por Goya para sus grabados. Menos conocido es el hecho de que llegó a ser exportado a Japón, tras la visita efectuada a la zona por un antiguo samurai.




         Durante nuestra visita a Valderrobres, los responsables de la Fundación Valderrobres Patrimonial nos llevaron a conocer la fábrica Bonica, situada a orillas del río Pena, a la que se accede por un sendero que transcurre por un hermoso paraje.

 


         También conocida con el nombre de Fábrica Zurita, por el apellido de la familia propietaria, fue construida en el año 1789. Es un edificio de grandes dimensiones, de 17 por 20 metros y cuenta con un total de 5 plantas: sótano, planta baja, primera planta y dos galerías superiores.

El sótano y la planta baja estaban destinados al proceso industrial de fabricación de papel, mientras que la primera planta, de gran altura, era la vivienda de los propietarios (algo inusual en este tipo de instalaciones fabriles). Las galerías, eran espacios abiertos y ventilados con múltiples ventanas, utilizadas para el secado del papel.

 


         Junto al edificio, se encuentra lo que fue una capilla, dedicada a Santa Bárbara. El edificio es de planta rectangular y tiene una superficie de 30 metros cuadrados. Los materiales empleados para su construcción fueron sillares de piedra tosca para las esquinas y la parte del altar, el ladrillo para la cúpula y la mampostería. El ábside, de forma rectangular, estaba cubierto por la bóveda de terceletes, aún conservada en parte. La portada está realizada con bloques de piedra volumétricos y el dintel es monolítico, superando los dos metros de anchura. Su construcción fue debida a la profunda religiosidad de Dª. Josefa Moreno, esposa de D. Gaspar Zurita.

 


En cuanto a su distribución interior, se dividía en tres partes longitudinalmente y en cuatro partes transversalmente, por lo que había doce dependencias de unos veinte metros cuadrados cada una. Aunque se conservan algunos elementos, actualmente la vegetación ha invadido su interior.

 


         En el sótano, aún se conservan las piletas donde se batía la pasta para el papel, elaborada a partir de trapos. Cubierto por una bóveda catalana y con escasa iluminación, era un espacio insalubre en el que los trabajadores tenían que ser relevados con frecuencia.

 


         Otra de las características del edificio es que sus paredes estaban pintadas, de ahí otro nombre con el que se le conoce, la fábrica pintada. Junto con los paños entre pilastras de color verde, aún pueden verse representaciones de animales y hasta de toreros.

         La fábrica entró en crisis a mediados del siglo XIX, como consecuencia de las nuevas técnicas de fabricación de papel y los problemas en el suministro de agua. En 1955 fue desmantelada, siendo retirado el tejado y muchos elementos estructurales.

         Hace algunos años, fue adquirida por la familia Yuste Moyano, con el propósito de reconstruir el edificio y transformarlo en un hotel. Pero los problemas surgidos con la Confederación Hidrográfica del Ebro y con algún propietario vecino, hicieron inviable el proyecto.


         A pesar de ello, la Fundación Valderrobres Patrimonial mantiene la esperanza de encontrar una fórmula que permita salvar esta importante muestra de arquitectura industrial que, muy probablemente es el único exponente español de una fábrica con las fachadas decoradas, lo que la convierte en un raro y bello testimonio.



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